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DIOCESISTV Santa Margarita de Antioquía, patrona de los nacimientos. DIOCESISTV | July 14, 2010 Emitido en diocesisTV el 20-07-2010. "Los números uno", Encarni Llamas presenta una breve biografía del …Más
DIOCESISTV Santa Margarita de Antioquía, patrona de los nacimientos.

DIOCESISTV | July 14, 2010
Emitido en diocesisTV el 20-07-2010. "Los números uno", Encarni Llamas presenta una breve biografía del santo de cada día.
Irapuato
Primera Lectura (Lectio Divina)
Miqueas 7, 14-15. 18-20

Señor Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado,
a las ovejas de tu heredad,
que permanecen aisladas en la maleza,
en medio de campos feraces.
Pastarán en Basán y en Galaad
como en los días de antaño,
como cuando salimos de Egipto
y nos mostrabas tus prodigios.
¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad
y pasas por alto la rebeldía …Más
Primera Lectura (Lectio Divina)

Miqueas 7, 14-15. 18-20

Señor Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado,
a las ovejas de tu heredad,
que permanecen aisladas en la maleza,
en medio de campos feraces.
Pastarán en Basán y en Galaad
como en los días de antaño,
como cuando salimos de Egipto
y nos mostrabas tus prodigios.

¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad
y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel?
No mantendrás por siempre tu cólera,
pues te complaces en ser misericordioso.

Volverás a compadecerte de nosotros,
aplastarás con tus pies nuestras iniquidades,
arrojarás a lo hondo del mar nuestros delitos.
Serás fiel con Jacob y compasivo con Abraham,
como juraste a nuestros padres en tiempos remotos,
Señor, Dios nuestro.

Meditatio

El profeta Miqueas termina con esta hermosa oración al estilo sálmico para recordar al pueblo que regresa del destierro que tiene un Dios lleno de misericordia, y que aunque ante su vista sólo vea despojos y una vida dura para reconstruir la nación, el Dios que los escogió como pueblo de su propiedad los reconstruirá, pues finalmente él es el pastor de Israel y siempre se ha preocupado de ellos. Con estas palabras nos hace recordar también a nosotros que somos pecadores, que si regresamos a él de todo corazón y con toda el alma, él no se acordará más de nuestros pecados y mantendrá con nosotros su promesa de fidelidad y misericordia. Para nosotros, los hombres del Nuevo Testamento, podemos tener, aún más que en el AT, una confianza en la misericordia de Dios, cuando recordamos aquellas palabras de san Juan: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en él tenga vida eterna". Por eso, cada vez que levantamos nuestros ojos hacia la cruz, podemos contemplar en ella la expresión más clara de la misericordia de Dios por nosotros. Jesús en la Cruz se hizo misericordia por ti y por mí para poder así reconstruir nuestras vidas en el amor.

Podremos dudar de muchas cosas en el mundo, pero del amor de Dios por nosotros, jamás.

Oratio

¿Cómo podré agradecer tu amor, Señor? Si éste me abruma, sobrepasa todas mis capacidades y entendimiento. Gracias por ese amor y misericordia, lo único que se me ocurre es ofrecerte mi vida, la que tú mismo me diste, como símbolo de gratitud. Es mi decisión que mi vida te pertenezca, por eso, con San Igancio de Loyola te digo: Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo lo que tengo y poseo, tú me lo has dado y a ti, Señor, lo devuelvo. Todo es tuyo, haz con ello lo que quieras. Sólo dame tu amor y gracia, que eso me basta.

Operatio

Hoy seré muy consciente de que cada cosa que soy y que poseo le pertenece a Dios y así la trataré.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro
Miqueas 7, 14-15. 18-20

Señor Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado,
a las ovejas de tu heredad,
que permanecen aisladas en la maleza,
en medio de campos feraces.
Pastarán en Basán y en Galaad
como en los días de antaño,
como cuando salimos de Egipto
y nos mostrabas tus prodigios.

¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad
y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel?
No mantendrás por siempre tu cólera,
pues te complaces en ser misericordioso.

Volverás a compadecerte de nosotros,
aplastarás con tus pies nuestras iniquidades,
arrojarás a lo hondo del mar nuestros delitos.
Serás fiel con Jacob y compasivo con Abraham,
como juraste a nuestros padres en tiempos remotos,
Señor, Dios nuestro.

Meditatio

El profeta Miqueas termina con esta hermosa oración al estilo sálmico para recordar al pueblo que regresa del destierro que tiene un Dios lleno de misericordia, y que aunque ante su vista sólo vea despojos y una vida dura para reconstruir la nación, el Dios que los escogió como pueblo de su propiedad los reconstruirá, pues finalmente él es el pastor de Israel y siempre se ha preocupado de ellos. Con estas palabras nos hace recordar también a nosotros que somos pecadores, que si regresamos a él de todo corazón y con toda el alma, él no se acordará más de nuestros pecados y mantendrá con nosotros su promesa de fidelidad y misericordia. Para nosotros, los hombres del Nuevo Testamento, podemos tener, aún más que en el AT, una confianza en la misericordia de Dios, cuando recordamos aquellas palabras de san Juan: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en él tenga vida eterna". Por eso, cada vez que levantamos nuestros ojos hacia la cruz, podemos contemplar en ella la expresión más clara de la misericordia de Dios por nosotros. Jesús en la Cruz se hizo misericordia por ti y por mí para poder así reconstruir nuestras vidas en el amor.

Podremos dudar de muchas cosas en el mundo, pero del amor de Dios por nosotros, jamás.

Oratio

¿Cómo podré agradecer tu amor, Señor? Si éste me abruma, sobrepasa todas mis capacidades y entendimiento. Gracias por ese amor y misericordia, lo único que se me ocurre es ofrecerte mi vida, la que tú mismo me diste, como símbolo de gratitud. Es mi decisión que mi vida te pertenezca, por eso, con San Igancio de Loyola te digo: Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo lo que tengo y poseo, tú me lo has dado y a ti, Señor, lo devuelvo. Todo es tuyo, haz con ello lo que quieras. Sólo dame tu amor y gracia, que eso me basta.

Operatio

Hoy seré muy consciente de que cada cosa que soy y que poseo le pertenece a Dios y así la trataré.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro
Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús: "Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo".

Pero él respondió al que se lo decía: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Reflexión

Este pasaje (y sus paralelos en Lucas y Marcos) es conocido como "la verdadera familia de Jesús". Algunas interpretaciones equivocadas buscan ver en este pasaje un rechazo de Jesús hacia María y hacia su familia. La verdad es que Jesús aprovecha la visita de su Madre y de sus parientes (en otra oportunidad hablaremos de la palabra hermanos en la Biblia) para instruir a sus discípulos: La verdadera familia de Jesús no es únicamente la que lo une por los lazos de sangre, pues estos se rompen con la muerte e incluso puede haber algunos que aún teniendo la misma sangre decidan no seguir la voluntad del Padre. La verdadera familia es la que vive conforme al Evangelio, es la que ha sido adoptada por el Padre como hijos por medio del Espíritu Santo. Él, como Hijo del Padre, ve que sus hermanos deben de ser también hijos de Dios. Esto de ninguna manera es un desprecio ni para sus parientes y mucho menos para su madre, la cual si por algo se distinguió en la vida fue por hacer la voluntad de Dios. De acuerdo a esto nuestro parentesco con Jesús se refuerza en la medida en que nos aplicamos en hacer la voluntad del Padre, que no es otra que la de vivir conforme al Evangelio. Recordemos que en otro pasaje ya nos había dicho: "No todo el que me dice: Señor, Señor se salvará sino el que hace la voluntad del Padre". Apliquemos, pues, hoy todo nuestro día en vivir de acuerdo al Evangelio.
Irapuato
Santa Margarita (venerada en la Iglesia Ortodoxa como Marina de Antioquía) es una santa cristiana, virgen y mártir, inscrita en el grupo de los Santos auxiliadores. Fue asesinada por su fe bajo la persecución del emperador Diocleciano (reinante entre el 284 y el 305).
La hagiografía clásica cuenta que Marina-Margarita nació en Antioquía (en Asia Menor, hoy Turquía), hija de un sacerdote pagano …Más
Santa Margarita (venerada en la Iglesia Ortodoxa como Marina de Antioquía) es una santa cristiana, virgen y mártir, inscrita en el grupo de los Santos auxiliadores. Fue asesinada por su fe bajo la persecución del emperador Diocleciano (reinante entre el 284 y el 305).
La hagiografía clásica cuenta que Marina-Margarita nació en Antioquía (en Asia Menor, hoy Turquía), hija de un sacerdote pagano, pero a través de su ama de leche conoció la fe cristiana. Al cumplir 12 años, Marina se bautizó. Cuando lo supo su padre, renegó de ella.
Un día, cuando Marina ya tenía 15 años, estaba cuidando a unas ovejas que pastoreaban. Pasó por el lugar el prefecto romano (Olybrius), que quedó fascinado por la belleza de la joven y le propuso matrimonio. Marina no ocultó que era cristiana. Entonces, el gobernador la entregó al cuidado de una noble mujer. Tenía la esperanza que ésta iba a convencer a la joven a renegar de Cristo. Pero Marina fue firme y se negó a ofrecer un sacrificio a los ídolos.
Encarcelada por no acceder a los requerimientos del prefecto, se cuenta que consiguió echar, de sí misma, un demonio de su garganta por medio del signo de la cruz; otra versión es que el Tentador se le apareció en forma de dragón y la devoró, pero ella poseía un crucifijo con el cual rasgó la piel del dragón y salió de allí. Entonces la sometieron a las más terribles torturas: la azotaron con varillas, cortaron su cuerpo con tridentes, le clavaron clavos y fue lacerada con un gancho.
Sobreviviendo milagrosamente, según la leyenda, de las muñecas de Marina se cayeron las cadenas y sobre su cabeza empezó a irradiarse una extraordinaria luz, dentro de la que volaba girando una paloma sosteniendo en su pico una corona de oro.
El gobernador, finalmente, ordenó ajusticiar a Marina y a todos aquellos quienes creyeron en Cristo. Ese día fueron decapitadas, de nuevo según la leyenda, 15.000 personas. Feotim, un testigo, relató los martirios de Marina.
Sus reliquias se encontraban en Constantinopla hasta la conquista de la ciudad por los cruzados en el año 1204. El brazo de Santa Marina se encuentra en el monte Athos en el monasterio de Vatoped.