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18 DE ABRIL (San Galdino de Milán) sanPablotv fecha: 18 de abril n.: 1096 - †: 1176 - país: Italia otras formas del nombre: Galdimus (Galdimo) canonización: pre-congregación hagiografía: «Vidas …Más
18 DE ABRIL (San Galdino de Milán)

sanPablotv fecha: 18 de abril
n.: 1096 - †: 1176 - país: Italia
otras formas del nombre: Galdimus (Galdimo)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio:
En Milán, de Lombardía, san Galdino, obispo, que trabajó en la restauración de la ciudad destruida por la guerra y, al finalizar un sermón contra los herejes, entregó su alma a Dios.

San Galdino es uno de los principales patrones de Milán. Su nombre aparece, junto con los de san Ambrosio y san Carlos Borromeo, en todas las letanías del rito milanés. El santo descendía de la famosa familia Della Scala. Fue canciller y archidiácono de dos arzobispos de Milán; desempeñó tan hábilmente esos cargos en una época muy difícil, que se ganó la estima del clero y del pueblo. El papa Alejandro III fue elegido en 1159, pero algunos cardenales disidentes, eligieron poco después a un antipapa amigo del emperador Federico Barbarroja. Milán había ofendido antes al emperador, reclamando el derecho de elegir a sus magistrados, y el apoyo que la ciudad prestó a la causa del papa Alejandro III enfureció todavía más a Federico. El arzobispo Huberto y su archidiácono Galdino, tuvieron que salir de la ciudad y, al año siguiente, Federico la sitió con un gran ejército y la tomó. Fue entonces cuando el emperador dio la orden de trasladar los supuestos cuerpos de los tres Reyes Magos, de la iglesia de san Eustorgio a Colonia, donde se conservan todavía esas «reliquias».

En 1165, Galdino fue consagrado cardenal. Al año siguiente, murió el arzobispo Huberto y él fue escogido para sucederle. En vano alegó su mala salud, debilitada con las pruebas que había tenido que sufrir; Alejandro III le consagró personalmente. El nuevo prelado se dedicó, ante todo, a consolar y alentar a su grey. Los lombardos habían formado una unión para reconstruir Milán, y el santo colaboró, con todas sus fuerzas, en la empresa. Pero ello no le impidió desempeñar celosamente sus deberes pastorales, pues predicaba constantemente e iba a visitar a los pobres a su casa. También se ocupó de restablecer la disciplina del clero, que inevitablemente se había relajado un tanto, durante la época tormentosa que había atravesado la ciudad. El santo consagró toda su elocuencia y sabiduría a subsanar los efectos del cisma y a refutar las doctrinas de los cátaros, que se habían divulgado mucho en Lombardía. El último día de su vida, aunque estaba ya muy débil para celebrar la misa, pronunció todavía un ardiente sermón contra la herejía; pero perdió el conocimiento antes de bajar del púlpito y murió al terminar la misa.

El año de la muerte de san Galdino, la Liga Lombarda derrotó a los ejércitos imperiales en la batalla de Legnano. En la famosa reunión, que tuvo lugar en Venecia en 1177, Barbarroja abjuró del cisma e hizo la paz con la Iglesia. En realidad, todos los historiadores sensatos están de acuerdo en afirmar que el papa jamás -como se afirma popularmente- puso el pie sobre el cuello del emperador, excepto en un sentido metafórico. Ninguno de los escritores de la época menciona ese hecho que, por lo demás, no cuadra con el carácter magnánimo de Alejandro III.

En Acta Sanctorum (abril, vol. II) hay una corta biografía antigua con muchas notas. Ver también Ughelli, Italia Sacra, vol. IV, cc. 219-226, y L. Marazz, La Lega Lombarda e S. Galdino (1897).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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✍️ Miércoles de la tercera semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 8,1b-8.

Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa …Más
✍️ Miércoles de la tercera semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 8,1b-8.

Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel.
Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra.
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
Y fue grande la alegría de aquella ciudad.

Salmo 66(65),1-3a.4-5.6-7a.
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»

Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.

El convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en él,
que gobierna eternamente con su fuerza.

Evangelio según San Juan 6,35-40.
Jesús dijo a la gente: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por : San Juan XXIII
“El que viene a mí no volverá a tener hambre.” (Jn 6,35)