09:24
jamacor
1 mil
(Teatro) ¿Qué piensa Dios cuando rezamos el Padre Nuestro como robots? Pensando en el Padre Nuestro y en este video que nos hemos encontrado hoy, creo que los seres humanos entendemos muy poco de lo …Más
(Teatro) ¿Qué piensa Dios cuando rezamos el Padre Nuestro como robots?

Pensando en el Padre Nuestro y en este video que nos hemos encontrado hoy, creo que los seres humanos entendemos muy poco de lo que Dios entreteje y va obrando en nuestra oración. Tenemos mucho que aprender.

Queremos aclarar que este no es un video católico, y por ello algunas de sus posturas pueden ser un poco moralistas, pero no por eso deja de cuestionarnos profundamente sobre cuáles son nuestras intenciones al rezar. Podemos hacerlo solo por cumplir, para “tranquilizar nuestra conciencia” buscando un sentimiento de falsa paz al sentirnos cerca de Dios. Pareciera que cuando lo hacemos, no queremos escuchar las respuestas, solo queremos exponer nuestras ideas. Dios se convierte de este modo, en un “recolector de nuestros pensamientos y preocupaciones”. Terminamos llenándolo de un montón de cosas, esperando que Él las solucione todas.

Síguenos en Facebook:

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a rezar el Padre Nuestro sabía muy bien lo que estaba diciendo. Estaba abriendo de par en par – ¡nada menos! – el mismo corazón de Dios. ¡Eso es lo que hacemos cada vez que lo rezamos! Entonces, ¿por qué sorprendernos de que Él nos responda, nos cuestione e interpele?

Eso de que Dios responde pasa en la vida real (yo puedo dar fe de ello), basta con hacer silencio y escuchar. Si permitimos que nuestra oración tome un poco más de tiempo, o que nos “incomode” y cuestione lo que estamos repitiendo como robots; si dejamos que Dios nos interrumpa, que ilumine nuestra mente y corazón, lograremos escucharlo. Hay que simplemente estar con Él, abrirle nuestro interior. Quien reza nunca se siente abandonado. Quien reza nunca está solo. Y es verdad. Quien se abre a la acción de Dios escucha una voz firme y tierna, que evidenciando lo que está mal, nos sostiene y nos saca del abismo de nuestra sequedad con una ternura que nos hace reconocerlo incluso en la oscuridad y en el dolor.

Pensando en todo esto, me he acordado que hace tiempo leí algo. Fueron los pensamientos de un sacerdote escritor que se hace esta pregunta: “¿Reza Dios? ¿Cómo podría ser el Padre Nuestro de Dios? ¿De qué tipo podría ser la oración con la que Dios contesta cada vez que los ojos de los hombres se alzan al cielo y ponen en sus labios -millones de veces en el planeta- esas dos palabras milagrosas: Padre Nuestro? Y pienso que esa oración podría ser algo parecida a ésta:

Hijo mío que estás en la tierra,
preocupado, solitario, tentado,
yo conozco perfectamente tu nombre
y lo pronuncio como santificándolo,
porque te amo.

No, no estás solo, sino habitado por Mí,
y juntos construimos este reino
del que tú vas a ser el heredero.

Me gusta que hagas mi voluntad
porque mí voluntad es que tú seas feliz
ya que la gloria de Dios es el hombre viviente.

Cuenta siempre conmigo
y tendrás el pan para hoy, no te preocupes,
sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.

Sabe que perdono todas tus ofensas
antes incluso de que las cometas,
por eso te pido que hagas lo mismo
con los que a ti te ofenden.

Para que nunca caigas en la tentación
agárrate fuerte de mí mano
y yo te libraré del mal,
pobre y querido hijo mío”.


José Luis Martin Descalzo.

¿Será así? Yo pienso que sí, pues algo que sabemos con toda certeza, es que El Padre nos ama mucho, más de lo que podamos sospechar, y que por ese amor desea profundamente entrar en contacto con nosotros y ser acogido.

Frente a todo esto nada más me queda decir: ¡Gracias, Señor. Soy muy feliz por saber que eres mi Amigo!