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B. Bartók, Suite de danzas Sz 77 Entre 1912 y 1914 Bartók dejó casi por completo de componer y se dedicó a la recopilación, arreglo y estudio de la música folclórica centroeuropea, hasta que la …Más
B. Bartók, Suite de danzas Sz 77

Entre 1912 y 1914 Bartók dejó casi por completo de componer y se dedicó a la recopilación, arreglo y estudio de la música folclórica centroeuropea, hasta que la Primera Guerra Mundial puso fin a sus expediciones. Retornó a la actividad creativa con el Cuarteto para cuerdas nº 2 (1917) y el ballet El Príncipe de Madera, cuyo estreno en 1917 en la capital húngara le devolvería el favor del público.

Al año siguiente inició la composición de un segundo ballet, El Mandarín Maravilloso, que no fue presentado hasta 1926 (hubo problemas con el contenido que trata de la consumación de una pasión sexual). Rica y gráfica en invención, la partitura es prácticamente una ópera sin palabras.

Mientras componía este ballet, Bartók cayó bajo la influencia de Stravinsky y de Schoenberg. Como resultado produjo algunas de sus obras más complejas, incluyendo sus dos Sonatas para violín de 1920 y 1921. Al mismo tiempo estaba obteniendo el reconocimiento internacional. Sus partituras eran publicadas por la editorial vienesa Universal Edition y era invitado a tocar en todo Europa. También estaba bien establecido en su propia patria y como respuesta a un encargo escribió en 1923 la Suite de Danzas, para conmemorar la unión de las ciudades de Buda y Pest en lo que es la actual capital húngara.

La Suite de danzas se consolidó de inmediato entre las obras más populares de Bartók. Dos años más tarde, Emil Hertzka, director de Universal Edition, sugirió que el compositor realizara un arreglo para piano "no demasiado difícil". La transcripción resultante, sin embargo, apenas cede en exigencias técnicas respecto a sus obras originales para piano. Resulta interesante que Bartók nunca la incluyera en un recital y fue György Sándor quien ofreció el estreno público en fecha tan tardía como 1945.
La Suite de danzas se divide en seis secciones, enlazadas por un ritornello de un carácter nostálgico y de origen húngaro. La cada vez más animada primera danza y la impetuosa segunda son también de origen magiar, mientras que la enérgica tercera danza se inspira en la música tradicional rumana de la región de Walachia. La sensual cuarta tiene una marcada inflexión árabe, en contraste con el primitivo arquetipo campesino de la quinta danza. El finale aúna características temáticas y rítmicas de las danzas precedentes en una tonificante síntesis que refleja adecuadamente lo que Bartók describió como "...la hermandad de los pueblos ... a pesar de todas las guerras y conflictos".