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Santos 20 de Octubre: Santa Irene, San Andrés "Calibita", y San Cornelio.

Publicidadlaprensa Santa Irene de Tancor (ca. 635 - 653), fue una religiosa portuguesa nacida en lo que hoy es la ciudad de Tomar, Portugal, en el siglo VII.
Nacida de una familia influyente, sus padres desde muy temprana edad decidieron protegerla enviándola a un convento, sin embargo, según la leyenda, esta joven virgen fue asesinada el año 653 por un pretendiente rechazado que consideró que era demasiado hermosa para ser monja.1 Es venerada como santa por la Iglesia católica.

Su cuerpo, fue posteriormente lanzado al río Tajo desde donde fue rescatado incorrupto por monjes benedictinos muy cerca de la ciudad de Scalabris, donde se le dio sepultura. Según la leyenda, la devoción por la Santa Virgen fue tan grande que los habitantes decidieron cambiar el nombre de la ciudad de Scalabris por el de Santarém (Santa Irene).

San Andrés «in Crisi» o «Calibita», monje mártir
En Constantinopla, san Andrés, llamado «in Crisi» o «Calibita», monje y mártir, el cual, nacido en la isla de Creta, por defender el culto de las santas imágenes, en tiempo del emperador Constantino Coprónimo fue flagelado, torturado hasta la muerte y arrojado desde lo alto de la muralla.

San Andrés era cretense; sin embargo, para distinguir a este mártir del otro san Andrés de Creta, obispo muerto unos veinticinco años antes, se le llama «el Calibita» o «in Crisi», por el sitio donde fue sepultado. Cuando el emperador Constantino V Coprónimo desató la campaña contra las sagradas imágenes, san Andrés se transladó a Constantinopla para participar en la lucha. En cierta ocasión en que el propio emperador asistió en persona a la tortura de unos cristianos, san Andrés protestó violentamente en público; en seguida fue llevado a la presencia del emperador, quien le acusó de idólatra. san Andrés, por su parte, calificó a Constantino de hereje. Al punto, los presentes se arrojaron sobre él y le golpearon. Cuando los guardias le conducían, cubierto de sangre, a la prisión, Andrés gritó todavía al emperador «¡Ved cuán poco podéis contra la fe!» al día siguiente, defendió de nuevo el culto a las sagradas imágenes ante el emperador, quien le mandó azotar otra vez y recorrer las calles de la ciudad para escarmiento público. Un fanático iconoclasta aprovechó la ocasión para apuñalar al mártir, quien falleció en la Plaza del Buey. Su cadáver fue a rrojado a una cloaca; pero los cristianos lo rescataron y le dieron sepultura en un sitio próximo, llamado Krisis, donde se construyó más tarde el monasterio de San Andrés.

Acta Sanctorum, oct., vol. VIII. Véase también J. Pargoire, en Echos D'Orient vol. XIII (1910), pp. 84-86.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Cornelio, santo del NT fecha: 20 de octubre
canonización: bíblico
Elogio:
Conmemoración de san Cornelio, centurión, que en la ciudad de Cesarea de Palestina fue bautizado por el apóstol san Pedro, como primicia de la Iglesia de los gentiles.

Había en Cesarea un hombre, llamado Cornelio, centurión de la cohorte Itálica, piadoso y temeroso de Dios. Como toda su familia, daba muchas limosnas al pueblo y continuamente oraba a Dios.
Vio claramente en visión, hacia la hora nona del día, que el Ángel de Dios entraba en su casa y le decía:
-«Cornelio»
Él le miró fijamente y lleno de espanto dijo:
-«¿Qué pasa, señor?»
Le respondió:
-«Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial ante la presencia de Dios. Ahora envía hombres a Joppe y haz venir a un tal Simón, a quien llaman Pedro. Este se hospeda en casa de un tal Simón, curtidor, que tiene la casa junto al mar.»
Apenas se fue el ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso, de entre sus asistentes, les contó todo y los envió a Joppe.
Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, subió Pedro al terrado, sobre la hora sexta, para hacer oración. Sintió hambre y quiso comer. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis, y vio los cielos abiertos y que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas. Dentro de él había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una voz le dijo:
-«Levántate, Pedro, sacrifica y come.»
Pedro contestó:
-«De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro.»
La voz le dijo por segunda vez:
-«Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.»
Esto se repitió tres veces, e inmediatamente la cosa aquella fue elevada hacia el cielo.
Estaba Pedro perplejo pensando qué podría significar la visión que había visto, cuando los hombres enviados por Cornelio, después de preguntar por la casa de Simón, se presentaron en la puerta; llamaron y preguntaron si se hospedaba allí Simón, llamado Pedro. Estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu:
-«Ahí tienes unos hombres que te buscan. Baja, pues, al momento y vete con ellos sin vacilar, pues yo los he enviado.»
Pedro bajó donde ellos y les dijo:
-«Yo soy el que buscáis; ¿por qué motivo habéis venido?»
Ellos respondieron:
-«El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, reconocido como tal por el testimonio de toda la nación judía, ha recibido de un ángel santo el aviso de hacerte venir a su casa y de escuchar lo que tú digas.»
Entonces les invitó a entrar y les dio hospedaje. Al día siguiente se levantó y se fue con ellos; le acompañaron algunos hermanos de Joppe.
Al siguiente día entró en Cesarea. Cornelio los estaba esperando. Había reunido a sus parientes y a los amigos íntimos. Cuando Pedro entraba salió Cornelio a su encuentro y cayó postrado a sus pies. Pedro le levantó diciéndole:
-«Levántate, que también yo soy un hombre.»
Y conversando con él entró y encontró a muchos reunidos. Y les dijo:
-«Vosotros sabéis que no le está permitido a un judío juntarse con un extranjero ni entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre. Por eso al ser llamado he venido sin dudar. Os pregunto, pues, por qué motivo me habéis enviado a llamar.»
Cornelio contestó:
-«Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo haciendo la oración de nona en mi casa, y de pronto se presentó delante de mí un varón con vestidos resplandecientes, y me dijo: 'Cornelio, tu oración ha sido oída y se han recordado tus limosnas ante Dios; envía, pues, a Joppe y haz llamar a Simón, llamado Pedro, que se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar'. Al instante mandé enviados donde ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros, en la presencia de Dios, estamos dispuestos para escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el Señor.»
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todos. Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero; a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados.»
Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la Palabra. Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo:
-«¿Acaso puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?»
Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedase algunos días.
Ninguna mejor hagiografía de Cornelio que esta pieza tomada de Hechos de los Apóstoles, capítulo 10, el hermoso fragmento que da inicio a la evangelización de los gentiles. El cuadro que ilustra es el Bautismo de Cornelio, por Michel Corneille I, año 1650 aprox.
Irapuato
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Pacocatolic
Irem 🙏 es santa muy querida por en Portugal. Irene.