Gottlob
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Qué es -y qué no es- la Infalibilidad pontificia (P. Leonardo Castellani)

Mª Virginia, el 22.01.15 a las 1:24 AM

A veces nos llevamos la sorpresa de creer que comulgamos todos en la misma fe por enunciar los artículos del Credo, pero resulta que si “rascamos” un poquito, vemos que hay expresiones dogmáticas que ciertos fieles no saben muy bien qué significan.

De esta manera, algunos hacen uso y abuso de ellas confundiendo a otros, a quienes la Catequesis recibida no les ha hecho profundizar suficientemente la fe como hubiese sido de esperar, y de ello se siguen no sólo malos entendidos, sino también, quizá, profundas frustraciones.

Una vez más, entonces, el p. Leonardo Castellani (*) nos sale al cruce. Hoy traemos uno de sus Ensayos Religiosos (Cristo, ¿vuelve o no vuelve?, Dictio, Bs.As.II Sección), de una gran actualidad y necesidad, y porque siempre es oportuno refrescar la fe que profesamos, y guardar la paz de las almas. Sólo las negritas son nuestras.

“La Infalibilidad del Papa que Dios ha hecho, es una cosa milagrosa; pero no es tan milagrosa como la infalibilidad del Papa que algunos protestantes han hecho. Ni Dios mismo, con ser topoderoso, puede hacer la infalibilidad que hizo Mr. Charles Kingsley (novelista y clérigo episcopaliano inglés del s.XIX, padre del “socialismo cristiano”), por ejemplo, y que regaló gratuitamente al Sumo Pontífice. Por eso, para decir lo que es, ayuda decir juntamente lo que no es la Infalibilidad Pontificia.

-1. Infalibilidad no es el poder de hacer del mal bien y del bien mal


La doctrina de la Iglesia reconoce la existencia de la ley natural, existencia del bien y del mal, es decir, de un orden que nace de la misma naturaleza de las cosas. Orden que Dios mismo no puede deshacer, porque Dios no puede hacer cosas contradictorias (“Deus contra primum ordinem non agit, quia contra seipsum nemo agit”, dice San Agustín). Dios mismo no puede hacer que una blasfemia deje de ser pecado, porque Dios no puede hacer que la criatura no sea criatura y el Creador no sea Creador. Dios puede dispensar de una ley divina positiva, como la de comulgar alguna vez en la vida; la Iglesia puede dispensar de una ley eclesiástica positiva, como la de comulgar una vez al año: porque todo legislador puede dispensar de su ley, cuya obligatoriedad dimana de su propia voluntad.

Así, pues, la Iglesia podía quizá dispensar el impedimento del matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón, impedimento de afinidad en primer grado, aunque de hecho no lo dispensó; pero que de eso se deduzca que el Papa “tiene el poder de crear el bien y el mal” en tal desmesurada proporción, que pueda por medio de las indulgencias (!) asegurar el perdón a cualquiera, “etsi matrem Dei violavisset”, parece que es una consecuencia tan monstruosa, que es imposible que haya sido escrita. Y si ha sido escrita, parece que debe de ser por algún dejado de la mano de Dios. Y si fue escrita por el Rev. Charles Kingsley en una crítica de la historia de Froude en el MacMillan Magazine, en enero de 1864, parece que yo no debería repetir sus palabras, siquiera por no ofender los píos oídos y por respeto al género humano. Y sin embargo, las tengo que repetir, para que se vea hasta dónde puede llevar el prejuicio a un hombre de estudios, Doctor Divinity (doctor en teología), que dice creer en Jesucristo y tiene a todos los papistas por fanáticos: para que sirva de ejemplo de lo que decía arriba acerca de la razón humana.

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