Ctc333 Dios no puede querer el MAL (el pecado, las enfermedades, la muerte, las catástrofes…). En este sentido podemos decir que DIOS NO CASTIGA, pues no puede querer el mal que es la negación de Dios mismo. Pero si Dios permite que el mal nos golpee como remedio o purificación, podemos decir que DIOS CASTIGA (corrige al que ama). El que ama a Dios ve los males temporales como las suaves correcciones de amor de Dios para ayudarnos a volver a Él y evitar la condenación eterna. Dios sólo puede querer el BIEN, y aquí permitiendo que algunos males nos golpeen lo que quiere en nuestro bien más grande, la conversión a Él y la salvación de nuestra alma.

En esta vida Dios NO CASTIGA entendido como un mal querido directamente por Él. Dios infinitamente BUENO no puede querer directamente el mal físico o moral. Él no hace justicia en esta vida, prueba de ello es la maldad de tantos hombres que viven como si nada. Después de muertos vendrá EL JUICIO DONDE CADA UNO RECIBIRÁ SEGÚN SUS OBRAS (justicia conmutativa): ante nuestros propios ojos nuestros pecados exigirán LA JUSTICIA DIVINA porque NOS DAREMOS CUENTA si necesitamos purificar nuestra alma o ser apartados de Dios por haberlo negado hasta el final de nuestra vida con una vida de pecado. En esta vida Dios puede permitir en bien de la purificación del alma el mal físico (catástrofes, enfermedades, dolores… la muerte), “queridos indirectamente” por Dios solo en cuento medios medicinales para un bien mayor, la conversión del pecador o la mayor santidad de una persona (o pruebas para el justo). Estos hechos nosotros podemos interpretarlos con nuestra pobre visión como “castigos de Dios” pero no son en cuanto tal castigos pues aún no hemos sido definitivamente juzgados. "No me complazco en la muerte del pecador -dice el Señor- sino en que se convierta y viva ". Ezequiel 33,11:

El Papa es el dulce Cristo en la tierra

Por monseñor José Manuel Lorca Planes

En la solemnidad de San Pedro y San Pablo, columnas de la Iglesia, celebramos el día del Papa. Ya saben, ha sido el mismo Jesús el que ha puesto a Pedro para apacentar su Rebaño. Las palabras del Señor son graves, solemnes y contundentes:

¡Cuántas veces nos ha ayudado el Papa a valorar la belleza de la fe! La fidelidad al Papa nos obliga a escuchar sus palabras, leer sus escritos y documentos y comentarlos con los demás, ofrecerlos a los amigos y conocidos, que lleguen a todos los rincones de la tierra, sin deformarlos, para que muchos desorientados puedan ver la luz, el camino que les lleve al Señor y muchos afligidos puedan encontrar la esperanza. No se nos puede pasar por alto cuando el Papa nos ha hablado del amor en su primera encíclica:

"El amor será siempre necesario, incluso en la sociedad más justa. No hay orden estatal por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre. Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo", (DCE, nº 28 b).

¡Muchas felicidades, Santo Padre, esta Iglesia de Teruel y de Albarracín está en comunión con el Sucesor de Pedro y le queremos!

+ José Manuel Lorca Planes,

Obispo de Teruel y de Albarracín