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NUESTRA SEÑORA DE LAUS. Laus, el lugar donde la Virgen se apareció durante 54 años y dejó su buen olor El santuario mariano de Nuestra Señora de Laus, en Francia, ha comenzado este mes de mayo su …Más
NUESTRA SEÑORA DE LAUS.

Laus, el lugar donde la Virgen se apareció durante 54 años y dejó su buen olor

El santuario mariano de Nuestra Señora de Laus, en Francia, ha comenzado este mes de mayo su año jubilar, con motivo del 350º aniversario de las primeras apariciones de la Virgen María a Benedicta Rencurel. Se trata de unas apariciones peculiares, porque se prolongaron durante 54 años. Otro rasgo típico del santuario, situado en una región montañosa del sureste de Francia, es el buen olor que, sin causa aparente, se deja sentir en ciertas ocasiones. En su libro Hipótesis sobre María, el escritor italiano Vittorio Messori dedica un capítulo a estas apariciones, que reproducimos por cortesía de Libros Libres:

El mundo de esta María de Nazaret es realmente inagotable y está lleno de pequeñas y grandes sorpresas, aunque siempre tranquilizadoras.

Pensaba en ello durante los días de calor de un mes de agosto, mientras recorría la autopista que lleva desde Turín al túnel del Fréjus. Antes de llegar a Bardonecchia, es decir, antes de la entrada del gran túnel, se sale a Oulx, recorriendo la nacional por el puerto del Monginevro. Pasando aquí la frontera (o ex: policías y financieros ya han desaparecido) se prosigue por la national francesa que lleva a Briançon y, desde ahí, sigue hacia Gap. Antes de llegar a esta ciudad, a unos noventa kilómetros de la frontera italiana, una serie de señales llevan a trepar por una placentera montaña, hasta una altura de poco más de novecientos metros. Un panorama hermosísimo, que ha permanecido prácticamente intacto, y un aire tonificante: este departamento, llamado de los Hautes Alpes, es famoso por su clima, que une las virtudes alpinas con las marinas, procedentes de la no lejana Provenza.

Así llegamos a Notre Dame du Laus, Nuestra Señora del Lago (éste es el significado de Laus en el dialecto local occitano). Lugar extraordinario, y no sólo por lo placentero, sino sobre todo por el mensaje espiritual que trasmite desde hace más de tres siglos y que, en el fondo, todavía hay que descubrir por completo. Con frecuencia, lo es para los mismos franceses que, o no lo conocen o sólo han oído algo gracias a los llamados «perfumes del Laus».

En efecto, ocurre esto: la mujer que se encuentra en el origen del santuario y de la peregrinación correspondiente fue guiada a este solitario altiplano por la Virgen misma, quien le dijo que el lugar exacto donde quería que su Hijo fuese adorado se le revelaría por el «buen olor». Así ocurrió de hecho y, desde entonces (las apariciones, lo veremos, duraron más de medio siglo) la vidente salía de sus encuentros místicos con la Madre de Dios completamente impregnada de misteriosos e intensos perfumes.

En cualquier lugar, de forma inesperada

El fenómeno se ha observado sin interrupción hasta nuestros días: puede ocurrir en la iglesia-santuario (donde, en efecto, no se acostumbra a depositar flores perfumadas para no inducir a confusión con ellas); pero puede ocurrir también en las casas de acogida para los peregrinos, que rodean el lugar sacro o, incluso -ha sucedido con frecuencia- en el amplio aparcamiento. Yo mismo durante mis estancias, he hablado con muchos huéspedes -gente sólida, positiva, no visionarios -que habían percibido estos efluvios, cuyo efecto parece proporcionar una grandísima alegría y una gran consolación espiritual.

Recientemente, un docente universitario, François de Muizon, que ha realizado una investigación sobre este fenómeno, ha escrito: «Se imponen algunas constataciones. Ante todo, no es factible la hipótesis de un truco: nadie podría provocar estos perfumes en circunstancias y lugares tan distintos. Además, no se trata de un hecho derivado de fuentes odoríferas naturales, puesto que los efluvios se sienten indistintamente en todas las estaciones, de día y de noche, en el interior y en el exterior. Antes de haberse encontrado inmersos en ellos repentinamente, muchísimos testigos ignoraban la misma existencia de estos buenos olores del Laus. Esto hace implanteables las habituales explicaciones a las que se suele acudir instintivamente, como la autosugestión, el delirio o la histeria. El misterio aumenta no sólo por el grandísimo número de testimonios, sino también por su permanencia a lo largo de los siglos, a través de tiempos y culturas completamente distintas».

Naturalmente, el creyente no se sorprenderá de estos hechos, puesto que el perfume acompaña con frecuencia a la vida en comunión con el Evangelio. «En olor de santidad” dice-la expresión estereotipo: no sólo olor de los muertos, a veces también de los vivos, como se cuenta por ejemplo del padre Pío de Pietrelcina.

Con frecuencia, el perfume va unido a los prodigios marianos (…) Una señal de presencia marianaque, en el santuario francés del que nos ocupamos en esta ocasión, parece haberse hecho permanente y tan habitual que muchos de los que frecuentan estos lugares lo consideran casi normal.

54 años de presencia mariana

Presencia mariana, decíamos: pues bien, si ésta es la realidad que caracteriza todo lugar donde se dice que la Virgen se ha aparecido, esta presencia alcanza tal vez, en Laus su vértice mundial. En efecto, ¡la vidente gozó de las visitas de la Madre durante 54 años! Entre un encuentro y otro con Ella, los hubo también con Cristo mismo, con santos y con ángeles. Así, precisamente Notre Dame du Laus se ha citado en estos años a propósito de Medjugorje, donde las apariciones, sobre las que la Iglesia aún no se ha pronunciado, han sido juzgadas, por muchos, como implanteables a priori por la duración de los fenómenos y el consecuente número de mensajes que se habrían entregado a los jóvenes videntes. En realidad, por lo menos existe un precedente y es precisamente éste del que hablamos.

La Señora que vino a estos Alpes Marítimos (y que se autodenominó Dame Marie) apareció y habló a la misma persona durante más de medio siglo. Y no hay que pensar en la acostumbrada creencia popular sin fundamento, puesto que una larga serie de obispos ha reconocido y animado la peregrinación. Y la vidente es, desde hace tiempo, Venerable, mientras que se ha retomado recientemente -con buenas perspectivas- el iter para alcanzar la beatificación.

Ha llegado el momento de hablar de esta privilegiada especial del Cielo, de esta Venerable Benoite Rencurel. Nació el 17 de septiembre de 1647 en este rincón apartado de lo que entonces se llamaba el Delfinado. La infancia de Benita -ésta es la trascripción de su nombre en francés- fue la habitual para los campesinos de entonces: miseria, analfabetismo, viudedad de su madre y empleo como pastorcilla de los vecinos.

La Virgen, maestra y catequista

Las montañas que circundan su pueblo natal (entonces Saint-Etienne d’Avanón, ahora Saint -Etienne Le Laus, en honor del santuario) son ricas en tierra de yeso que, cocida en hornos excavados con forma de gruta, proporciona buena cal. Precisamente en uno de estos hornos, en mayo de 1664, mientras está ocupada supervisando ovejas y cabras mientras recita su rosario, Benoîte vio la misma Bella Señora que, más de dos siglos después, vería Bernadette y que, también aquí como en Lourdes, se limita en esa primera visita a mostrarse luminosa y sonreír. Se seguirán otras apariciones silenciosas. Después, poco a poco, la Señora empezará a hablar, a responder a las preguntas, a hacerlas también ella y a dar consejos e indicaciones a la joven vidente. Así comienza esa especie de recorrido pedagógico que continuará hasta la muerte de Benoite.

En efecto, ésta es la extraordinaria originalidad de Laus: Dame Marie toma en sus manos -como una madre y, al mismo tiempo, una maestra- no sólo la educación religiosa, sino también la humana de aquella que no es más que una tosca e ignorante pastorcilla montañera. Y una vez formada, le confía la construcción de un santuario, la organización de una peregrinación, la acogida, guía y preparación a los sacramentos de la confesión y de la comunión de los peregrinos… Cuando algunas monjas de Saboya proponen instalarse en Laus, esperando convencer a Benita para que se hiciera hermana suya, el testimonio de la vidente nos refiere que «la Madre de Dios dijo que eso no se podía hacer, que esas religiosas estaban demasiado retiradas, que era necesario que ella viera a los peregrinos, que hablara con ellos cuando se lo pedían, para darles los consejos necesarios, como Dios la inspiraba. Y esto no lo habría podido hacer en un monasterio, donde habría estado demasiado encerrada…»

De esta singularidad se deriva otra: desde el principio, subir al Laus no se ha entendido, como en los demás santuarios, en el sentido de una visita individual, rápida, para volver de inmediato al lugar del que se ha llegado. Este monte es un lugar de pedagogía celestial, de estancia prolongada con la Madre. De aquí la presencia, desde el comienzo, de casas de acogida donde comer, dormir y encontrarse con los hermanos entre una práctica religiosa y la siguiente. Es una costumbre que no sólo sigue sino que, en estos tiempos, se ha ampliado y organizado con mucha atención, respetando siempre la tradición de sencillez. Llegar a este altiplano significa descubrir una eficiente ciudadela mariana, con hôtelleries abiertas todo el año, que pueden acoger a centenares de personas y que ponen a su disposición enormes salas de reuniones (…)

Una muchacha ignorante, misionera de la Virgen

Volvamos a Benoîte, a la que hemos dejado al principio de su extraordinaria aventura. Después de algunos meses de familiaridad, Dame Marie le impuso ir a la otra parte del valle, al altiplano llamado precisamente «el Lago», le Laus en occitano, donde no había más que poquísimas casas y una pequeña y mísera capilla que Benoîte habría reconocido «por sus buenos olores». Con una disposición insensata desde el punto de vista humano, para una muchacha ignorante, sin medios, sin ningún prestigio social, la Señora le confía precisamente a ella la construcción de un santuario.

Naturalmente, por una serie de circunstanci…
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