03:14
krouillong

DIA 3. Novena a Nuestra Señora de la Dulce Espera.
Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos, señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, Por tu gran compasión, borra mis faltas. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia, Ni retires de mí tu Santo Espíritu.
Día Tercero de la Novena.
María dijo entonces:
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí;
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles,
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo;
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes,
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahám
y su descendencia por siempre.
Reflexión.
Cuando Isabel saludó a la joven pariente que llegaba de Nazaret, María respondió con el Magnificat.
Es la alabanza de todo su ser hacia Dios, expresada de forma poética, pero sencilla. Sus palabras están inspiradas en muchos textos sagrados del pueblo de Israel y reflejan el gozo de su espíritu, la felicidad que le provoca ser consciente de que en ella se realiza la promesa hecha, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Oración.
María, madre de Jesús y madre nuestra, enséñanos a rezar con fe, con apertura de corazón y sencillez.
No sólo por nosotros, sino también por los que no saben rezar.
Que de nuestra boca, como de la tuya, broten palabras de alabanza hacia el Creador y Dador de vida.
Te expresamos Madre, nuestro amor.
Venimos con confianza a pedirte por nuestras necesidades, haz que te imitemos en tu Sí a Dios.
Comprende nuestro pedido y atiéndelo.
Nuestra Señora de la Dulce Espera, bendice y dirige tu mirada especialmente a las mujeres embarazadas que tienen la intención de abortar, para que vean su grave pecado y se arrepientan sinceramente y no maten a sus hijos. Te lo pedimos por los méritos de la Pasión de Jesucristo Nuestro Señor y por tus Santos Dolores.
Amén.
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