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Napoleón Bonaparte. La campaña de Egipto: La conquista.

1798. Napoleón Bonaparte dirige una expedición de cincuenta mil soldados y doscientos científicos a la conquista y exploración de Egipto. Durante tres años, el ejército francés intentará desalojar a los mamelucos, arruinar el comercio inglés abriendo una nueva ruta a la India y dar a conocer Egipto.

La Campaña de Egipto y Siria (1798-1801) fue una expedición militar francesa llevada a cabo por el general Napoleón Bonaparte y sus sucesores, cuyo objetivo era conquistar Egipto para cerrar a los británicos el camino a la India en el marco de la lucha contra Gran Bretaña, única potencia hostil a la Francia revolucionaria. La expedición terminó siendo un fracaso, pero gracias a ella Europa pudo redescubrir las maravillas de la antigüedad faraónica.

La batalla de las pirámides

En el camino se encontró a dos fuerzas de mamelucos a 15 kilómetros de las pirámides, y a sólo 6 de El Cairo. 40.000 mamelucos que les cerraban el paso bajo las órdenes de Murad Bey y su hermano Ibrahim formaban una media luna de 15 kilómetros junto al río, con fuerzas en ambas orillas. Habían establecido su campamento en Embebeh, en el flanco derecho, donde la mitad de la tropa se atrincheró con cuarenta cañones. En el centro y en el flanco izquierdo, cerca de las pirámides, situaron 12.000 y 8.000 jinetes respectivamente.

Los mamelucos tenían una poderosa caballería pero, a pesar de ser superiores en número, estaban equipados con una tecnología primitiva, tan sólo tenían espadas y arcos y flechas; además, sus fuerzas quedaron divididas por el Nilo, con Murad atrincherado en Embabeh e Ibrahim a campo abierto:

Los mamelucos, audaces hijos del desierto, desconocían la disciplina, no creían en los cañones; cada uno de ellos confiaba exclusivamente en sí mismo, en su puñal de Damasco, en su caballo beduino, y en el Profeta — «¡Soldados! ¡Desde lo alto de esas Pirámides, cuarenta siglos os contemplan!», dijo Napoleón. Y dispuso sus cinco divisiones en cinco cuadros, con los cuatro cañones en las esquinas: cinco ciudadelas vivas, erizadas del acero de las bayonetas»

Napoleón contaba con 21.000 hombres, agotados por el calor y la sed, divididos en seis divisiones de 3.000; 15000 de caballería y un millar de artillería con una cuarentena de piezas. Las divisiones francesas avanzaron en fila, lejos del alcance de la artillería mameluca, y sobrepasaron el flanco derecho con el objeto de alcanzar el río.

Napoleón se dio cuenta de que la única tropa egipcia de cierto valor era la caballería. Él tenía poca caballería a su cargo y era superado en número por el doble o el triple. Se vio pues forzado a ir a la defensiva, y formó su ejército en cuadrados huecos con artillería, caballería y equipajes en el centro de cada uno.

Al ver Murad Bey que los franceses pretendían cortar sus líneas mandó cargar. Napoleón, en inferioridad de condiciones, ordenó a sus divisiones formar en cuadros pie a tierra, a modo de fortines humanos. Antes de entablar combate, enardeció a sus hombres con un parlamento que se haría célebre: «Desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan».

El 21 de julio de 1798 se desarrolló la que sería conocida como la batalla de las Pirámides.

Durante una hora se sucedieron las cargas de los mamelucos; sin embargo, la mayor experiencia y potencia de fuego francesa los diezmó. Los mamelucos eran magníficos jinetes, pero iban armados con espingardas, alfanjes, flechas y lanzas, frente a los mosquetones y cañones franceses. Ibrahim intentó reordenar a los escuadrones que se retiraban caóticamente para lanzar un nuevo ataque cuando el general Desaix cargó, provocando la desbandada de los mamelucos. Murad huyó con 3.000 hombres hacia Guiza y el Alto Egipto; Ibrahim hizo otro tanto hacia Siria con 1.200; el resto, nómadas en su mayoría, se dispersaron por el desierto.

Tras la batalla, Francia obtuvo El Cairo y el bajo Egipto. Después de oír las noticias de la derrota de su legendaria caballería, el ejército mameluco de El Cairo se dispersó a Siria para reorganizarse. La batalla también puso fin a 700 años de mandato mameluco en Egipto.

De las 300 bajas francesas, solo 40 eran muertos. Las de los mamelucos fueron de 5.000 entre muertos, heridos y prisioneros, El general Bonaparte tenía abierto el camino hacia El Cairo; se instaló en el palacio de Muhamad Bey.