El bombardeo publicitario de los abusos en Múnich: habría sido mejor que Ratzinger se hubiera callado

Pero el abogado Martin Pusch, que pertenece a una profesión no conocida por su amor a la verdad, considera sus declaraciones “poco creíbles”. Acusa a Ratzinger de mala conducta en cuatro casos.
El caso más importante es el de un sacerdote de Essen, condenado por abusos homosexuales. A principios de los años 80, la arquidiócesis de Múnich lo acogió. Allí cometió más abusos hasta 2008.
Ratzinger ha subrayado repetidamente que “no sabía nada” de los antecedentes del sacerdote en el momento de su ingreso en Múnich y que no estuvo presente en la correspondiente reunión del ordinariato.
Esto se contradice con las actas correspondientes, que mencionan cómo “el cardenal” informó también en dicha reunión sobre el servicio fúnebre por el fallecido cardenal Alfred Bengsch, de Berlín, y las conversaciones confidenciales con Juan Pablo II sobre el teólogo Hans Küng.
El caso ya había estallado en 2010. En aquel momento, el ex vicario general Gerhard Gruber asumió toda la responsabilidad. Más tarde explicó que había sido presionado a hacerlo. Gruber no duda de que Ratzinger conocía las circunstancias que llevaron a la reasignación del sacerdote. El estudio se refiere a 235 presuntos agresores - 173 de ellos sacerdotes - y 497 víctimas, en su mayoría hombres.
El informe pinta una imagen completamente distorsionada de los hechos, al proyectar en la historia la histeria actual por los abusos, que en su mayoría se limitan a los sacerdotes. En aquella época, los abusos no se abordaban con los estándares actuales. En los círculos a los que pertenecen los actuales medios de comunicación oligarcas, se practicaba públicamente el abuso de menores y se buscaba su legalización.
Imagen: © Mazur/catholicnews.org.uk, CC BY-NC-ND, #newsTeqkxukemc