NOVENA EN HONOR A SAN BERNARDINO DE SIENA. DÍA 5.

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Novena dispuesta por el padre Don Nicolás Requejo Castro, y publicada en León (España) en la imprenta y litografía de Manuel González Redondo en 1856, con permiso eclesiástico. Los obispos de León Joaquín Barbágero, y Fr. Francisco de la Puente de Segovia, conceden cada uno cuarenta días de Indulgencia a todos los fieles por cada vez y cada día que recen esta novena.

COMENZAMOS: 11 DE MAYO.

FINALIZAMOS: 19 DE MAYO.

FESTIVIDAD: 20 DE MAYO.

A LOS LECTORES (Por el autor)

Los innumerables cuadros que cuelgan y decoran la Ermita de nuestro patrón San Bernardino son un testimonio claro y evidente de la devoción con que ha sido venerado en todo tiempo. Con lenguaje mudo, al par que elocuente y persuasivo, indican al cristiano atento que allí fueron colocados a consecuencia de los beneficios recibidos del Cielo por su intercesión, y señalan la puerta donde debemos llamar en la tribulación y angustia. Vemos en unos recobrada la salud en los umbrales del sepulcro; en otros la visible protección del Cielo para salvar peligros que ponían en riesgo la existencia, y en todos estampada la gratitud a un Santo que enjugó muchas lágrimas, devolviendo el consuelo a las familias sumidas en dolor por la situación amarga del esposo y del hijo idolatrado postrados en el lecho del dolor y sin esperanza alguna en los remedios humanos. A vista, pues, de tan singulares favores no es de extrañar la devoción ardiente y fervorosa que manifestaron nuestros padres; devoción que nos vino con la sangre, y que procuramos conservar viéndonos igualmente favorecidos. Recientes están aún los efectos de la protección y solicitud paternal con que nos defendió en los estragos del cólera que llenó de consternación y luto a la nación entera, y deseando con vosotros, yo, dejar a los que nos sobrevivan una prueba de gratitud que aumente si es posible la devoción a nuestro Patrón, he compuesto esta novena para gloria de Dios, en honor del Santo, y provecho nuestro. Réstame solo advertir a los devotos que el mejor modo de hallar propicios a los Santos y alcanzar favores del Cielo, consiste en suplicarles con pura conciencia, con fe viva y confianza; y así, aunque las virtudes del Santo sirven de asunto a la novena, el espíritu de ella se dirige a recordar los deberes sagrados del cristiano, para que reflexionando en ellos aproveche el tiempo presente y se haga digno de la vida eterna. Oh tú, cual quieta que seas, que atraviesas esta tierra de dolor empapada en tantas lágrimas; si llegaste a comprender la instabilidad de las cosas humanas, y cuán vano y mentiroso es el apoyo de los hombres; levanta, levanta tus ojos al Cielo donde está Dios que puede y quiere tu felicidad; pues con este objeto te concedió la existencia; y si la Majestad inmensa te impone, o tus pecados te acobardan, allí está nuestro Patrón a quien tanto ama, a quien benigno escucha y a cuya intercesión debes acogerte en toda necesidad. Avivemos, pues, nuestra devoción haciendo la novena una vez en el año, o cuando nos veamos en algún peligro, pero acompañen siempre a nuestra súplica la devoción, la fe y la Confianza, y purificando la conciencia en los sacramentos de penitencia y comunión, se abrirán los Cielos, y vendrán sobre los devotos del Santo gracias suficientes para ser felices en el tiempo y la eternidad. Amén.


NOVENA AL GLORIOSO SAN BERNARDINO DE SIENA

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: ofrezcos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios magnífico y terrible en Santidad, dueño del tiempo y Señor de la eternidad, Vos sois el océano inmenso de bondad, misericordia y gracia, el origen de las virtudes y la fuente inagotable de los dones. Vos hicisteis los cielos y la tierra, y disteis ser a los Ángeles y al hombre, y si la naturaleza anuncia Vuestra gloria, y publica Vuestra bondad, yo también uniré mi acento al de los Serafines y os llamaré santo, santo, santo, deseando que tu santísimo nombre sea ensalzado en todos los ángulos del globo. Bendito seáis Señor y Padre mío, mi alma es vuestra, mi vida os pertenece y mi corazón os busca, porque sois el tesoro infinito y la felicidad completa. ¿Qué ocupación más grata para el hombre que bendecir y servir al Creador? Así debió hacerlo toda su vida; pero ay Dios mío, que traspasando el primer padre vuestro mandato, tocó el fruto fatal cuya amargura ha llegado a nosotros con su sangre; y al cántico de alegría sucedieron los ayes y gemidos, al candor de la inocencia el rubor y la vergüenza del pecado, y a la seguridad de la gracia la inquietud y remordimientos en que se agita el corazón buscando el bien que perdió, y que jamás hallará. No, Dios mío, no hay remedio para la profunda llaga que alcanza a todas las generaciones, y solamente puede impedir se exacerbe el bálsamo de la Religión Santa. Dadme luz, mi Dios, para no ser engañado más por la infernal serpiente; fortaleza para mortificar mis pasiones, y humildad para respetar y cumplir vuestros preceptos; y si no es dable dejar de suspirar y gemir en la tierra, la deje en paz y en gracia vuestra para recobrar en el Cielo la alegría de los Santos y alabaros eternamente. Amén.

—Aquí se rezan tres Padrenuestros y Avemarías por las necesidades de la Iglesia y del Reino.

—Aquí cada uno levantará su espíritu al Señor, y le pedirá por intercesión del Santo la gracia que solicita en esta novena.

DEPRECACIÓN A SAN BERNARDINO PARA TODOS LOS DÍAS

Seráfico Bernardino, gloria y ornamento de la Iglesia, Protector generoso de nuestro pueblo, y paño de lágrimas para todo el que os invoca en la desgracia, postrado ante el Altar abro a Dios mi corazón confiando en que le hallare propicio en mis necesidades. Bien sabéis la facilidad con que se pierde la salud; los peligros que amenazan a los intereses indispensables para el sustento; los azares de la vida, y la guerra sin tregua que me hacen los que quieren perder mi alma; y si en la aflicción se acoge siempre el hijo al padre que le dio el ser, y el desvalido procura excitar la compasión con lastimeros ayes, ¿qué haré yo, pobre desterrado en este valle de lágrimas, sino buscar en el Cielo el consuelo que no hallo en la tierra? Temo sí que impregnada mi súplica en las imperfecciones que me rodean llegue manchada al trono del Señor, y para evitarlo y no poner obstáculo a su bondad inefable, no hallo otro medio que el de acudir a Vos, glorioso Santo, implorando tu intercesión en esta novena, para que sustituyendo a mi tosco lenguaje el acento puro de los Santos, secundes mi petición y alcances del Señor el amparo y consuelo que necesito en tal necesidad presente, como te lo concedió ya en esta vida y lo confirmaron los milagros. Venga pues sobre mí esa protección tan conocida, ese amparo tan seguro, y esa bondad que publican tus devotos, para que aumentando nuestra devoción y cantando aquí tus glorias, logremos cantar en tu compañía las de nuestro Dios, nuestro Padre y nuestro Bienhechor por los siglos sin fin. Amén.

—Un Padrenuestro y Avemaría en honor a San Bernardino, y luego «Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, y la Virgen concebida sin pecado original».

GOZOS

Patrón Santo y piadoso
De un pueblo que tanto te ama

A Dios por nosotros clama,
San Bernardino glorioso.


En Siena, país hermoso,
El mundo te vio nacer
Y con los años crecer
Tu espíritu fervoroso.
Con Dios eres ya dichoso,
Y pues a todos nos llama,

A Dios por nosotros clama,
San Bernardino glorioso.


Desde el Cielo poderoso
Acoges bajo tu manto
Al que miras en quebranto
O le ves menesteroso;
Sobre este pueblo amoroso
Nuevos favores derraman

A Dios por nosotros clama,
San Bernardino glorioso.


Si el labrador laborioso
Pide le guardes los panes
Fruto de muchos afanes
Para el sustento precioso,
En tiempo tempestuoso
Tú los peligros allana,

A Dios por nosotros clama,
San Bernardino glorioso.


Si con semblante lloroso
Clama una Madre afligida
Y os pide salud y vida
Para el hijo o el esposo,
Presta alivio presuroso
Al enfermo que está en cama

A Dios por nosotros clama,
San Bernardino glorioso.


El pueblo verá gozoso
Que su Patrón Bernardino
Dispensa el favor divino
Al devoto religioso;
Escucha, pues, generoso
Al que tu amparo reclama

A Dios por nosotros clama,
San Bernardino glorioso.


℣. Ruega por nosotros, bienaventurado Bernardino.

℟. Para que seamos dignos de las promesas del Señor.

ORACIÓN

Señor Jesús, que concediste a tu bienaventurado confesor Bernardino un amor tan grande a tu santo nombre; por sus méritos e intercesión te suplicamos, que infundas en nuestros corazones el espíritu de tu divino amor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.