LA IMPORTANCIA DE INVOCAR A LA VIRGEN MARIA EN LOS EXORCISMOS

Todos los exorcistas, sin excepción, hablan en sus libros por experiencia propia que acudir a la Virgen María es fundamental en los casos de exorcismos, especialmente en los más difíciles. El poder de María sobre el demonio viene desde antiguo. Por eso, el Génesis 3, 15 dice: Ella te aplastará la cabeza. Algunos teólogos dicen que la rebelión contra Dios fue, precisamente, por tener que aceptar a Jesús como Dios, siendo a la vez hombre y, sobre todo, por tener que ser menos que María, una simple criatura humana, inferior a ellos en naturaleza. De hecho, María es el terror de los demonios y basta pronunciar su nombre, con el de Jesús, para que huyan despavoridos. Cuando se reza el rosario, se manifiestan con violencia, como si les hicieran un gran daño. Por ello, normalmente, en todos los exorcismos suele acostumbrarse a comenzar con el rezo del rosario.
San Luis Orione les decía a los miembros de su Congregación el 4 de diciembre de 1973.
Estamos en la novena de la Inmaculada. Es tan grande el privilegio de la Inmaculada Concepción que este privilegio ha desatado en el demonio una inmensa rabia y odio. Por eso, cuando se quiere saber si una persona está poseída por el demonio, un medio fácil es hacerle repetir “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Los posesos dicen el Gloria al Padre, dicen el Avemaría. Pero esta jaculatoria no la quieren repetir… Cuando estaba en América, un día vino un médico, presidente del hospital mayor de Buenos Aires, estimadísimo entre todos los médicos de la capital. Y me dijo: “Tengo una hija endemoniada, hágame la caridad de exorcizarla…” Su hija estaba verdaderamente endemoniada, hablaba en lenguas diversas, que nunca había estudiado y tenía una voz fuerte de hombre…
Me trajo el permiso del arzobispo, fui a la capilla escogida y comencé el exorcismo. La niña corría entre las bancas como una serpiente, pasaba entre los bancos con rapidez, pero no podía salir; porque las puertas estaban cerradas. La amarraron y no me fue posible hacerle decir: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Ella decía algunas letras: ía… cado… bida: pero no repetía la jaculatoria entera. Al fin, el Señor la liberó.
Hice otro exorcismo a una novicia convertida del protestantismo. Algunas religiosas vinieron a decirme que estaba endemoniada… Ella recibía la comunión todas las mañanas y el demonio la obligaba a tirar la hostia santa en un lugar indecente. Cuando le echaba agua bendita, gritaba como si le echara plomo fundido. Tampoco a ella pude hacerle repetir la jaculatoria de María.
Por eso, cuando seáis sacerdotes, si os llaman para hacer exorcismos, os doy una señal clara para reconocer si son o no endemoniados, pues podría ser histerismo o pueden darse extraños fenómenos nerviosos o enfermedades, que la ciencia puede explicar y, a veces, curar. La señal es: Si repite la jaculatoria: Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos, estad tranquilos, no está poseído, es una enfermedad; pero, si no la repite, estad seguros que el diablo ha tomado dominio de su cuerpo. Hay otras señales como hablar en lenguas extrañas, conocer cosas a distancia, etc.
El obispo Andrea Gemma escribe: Un día me trajeron a un jovencito de trece años, llamado Pascualino, llevado con dificultad por dos hombres robustos en un silla y acompañado por su madre. El chico no podía caminar solo, a pesar de que los médicos no habían encontrado en él nada malo. El calvario de la familia había comenzado varios años antes, desde que Pascualino estaba en el vientre de su madre. Me dijo su madre que, cuando era muy niño todavía, tenía el vientre tan hinchado y duro que parecía de piedra. Los médicos lo operaron y no encontraron nada malo. Todo estaba normal.
Era un caso de maleficio que le hicieron a su madre, cuando el niño estaba todavía en su vientre. Por eso, cuando empecé a orar por el chico, su madre comenzó también a sufrir inexplicables dolores. Así estuve rezando por él cada semana, durante algún tiempo. Después de varias sesiones de oración, parecía que no había adelanto en su curación. Hasta que llegó un día en que yo estaba en Sicilia, invitado a predicar en el santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Paterno (Catania) y, antes de tomar el avión en el aeropuerto de Catania para regresar a mi casa en Iserna, quise visitar la Roca de Belpasso, un lugar mariano donde se cree que se apareció la Virgen María. No tenía mucho tiempo y me recogí en oración intensa. Le hablé a María de Pascualino. Mi oración estaba llena de esperanza.
Al día siguiente, después de haber descansado toda la noche en mi casa, sonó el teléfono y me dijeron con alegría que Pascualino caminaba y que estaba libre del poder del demonio. Algunos días después, Pascualino vino con sus familiares a visitarme para poder constatar personalmente el milagro realizado después de la fervorosa oración que había hecho ante la Roca de Belpasso. Fue para todos una alegría increíble y un milagro extraordinario.
El poder de intercesión de María es muy poderoso contra el poder del maligno. El mismo obispo Andrea Gemma ha afirmado en repetidas ocasiones que el demonio le ha dicho que si no fuera, porque la Virgen lo protege, lo habría aplastado hace mucho tiempo.
Un día, en pleno rito de exorcismo, el pobre paciente estaba en el colmo de su desesperación a causa de que le echaba agua bendita, lo ungía con óleo bendito y, sobre todo, invocaba a María. Entonces, empezó a llorar, gritó volviendo la cabeza hacia la imagen de María (no los ojos), y dijo con una afirmación amarguísima para él: Ella lo hace todo.
Eso es lo que muchos santos, como san Bernardo, han dicho hace siglos: Cristo ha querido hacerlo todo por María, como si dijera que Jesús se da el gusto de darnos todas las gracias y bendiciones por medio de María. Por eso, suele decirse que María es la mediadora o medianera de todas las gracias.
La historia de veinte siglos de catolicismo no es más una resplandeciente confirmación de esta soberana decisión de Dios: Todo por María. Sentirlo decir por el demonio ha sido una de las más grandes alegrías de mi vida religiosa y sacerdotal, y la confirmación de un programa de vida que es mío desde siempre.
Por eso, hay que recomendar a todos los liberados del poder del maligno que amen mucho a María y recen el rosario. El rosario, según decía el santo padre Pío de Pietrelcina, es un arma formidable contra Satanás.
María Simma, la conocida mística austriaca, que tenía el carisma de ver a las almas del purgatorio, que se le aparecían para pedirle ayuda, dice: Un día estaba sentada en mi casa en un sillón y tomé el rosario para rezarlo. Como tuve que salir un momento de la habitación, dejé el rosario sobre el sillón. Al regresar, lo encontré anudado de modo increíble. No podía quitar los nudos. Entonces, le dije a Satanás: Estúpido, o me deshaces ahora mismo los nudos o te saco inmediatamente diez almas del purgatorio. Ante mis ojos asombrados, los nudos se desataron y yo pude continuar rezando el rosario. Cuando veo alguna interferencia de Satanás en mis cosas, le ordeno en el Nombre de Jesús y me obedece inmediatamente[9].
Ciertamente, el rosario es una de las cosas que más desagrada a Satanás.