02:31
Irapuato

San Gregorio de Nisa - el 10 de enero.
MargaritaFoundation El hijo de dos santos, Basilio y Emilia, el joven Gregorio fue criado por su hermano mayor, San Basilio el Grande, y su hermana Macrina, en la actual Turquía. El éxito de Gregory en sus estudios sugería grandes cosas para él. Después de convertirse en profesor de retórica, fue persuadido para que dedicara su aprendizaje y sus esfuerzos a la Iglesia. Para entonces casado, Gregory estudió para el sacerdocio y se ordenó (esto en un momento en que el celibato no era una cuestión de ley para los sacerdotes). Fue elegido obispo de Nyssa en 372, un período de gran tensión sobre la herejía arriana, que negó la divinidad de Cristo. Detenido brevemente después de haber sido acusado falsamente de malversación de fondos de la Iglesia, Gregory fue devuelto a su sede en 378, un acto recibido con gran alegría por su pueblo. Fue después de la muerte de su amado hermano, Basilio, que Gregorio realmente se hizo suyo. Escribió con gran eficacia contra el arrianismo y otras doctrinas cuestionables, ganando reputación como defensor de la ortodoxia. Fue enviado a misiones para contrarrestar otras herejías y ocupó un lugar destacado en el Consejo de Constantinopla. Su buena reputación se mantuvo con él durante el resto de su vida, pero con el paso de los siglos, fue disminuyendo gradualmente a medida que la autoría de sus escritos se hacía cada vez menos cierta. Pero, gracias al trabajo de los estudiosos en el siglo 20, su estatura es una vez más apreciada. De hecho, San Gregorio de Nyssa no es visto simplemente como un pilar de la ortodoxia, sino como uno de los grandes contribuyentes a la tradición mística en la espiritualidad cristiana y al monasticismo mismo.

127
Irapuato

✍️ Santos del día:
San Melquíades, papa
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Melquíades, papa, oriundo de África. Conoció la paz concedida por el emperador Constantino a la Iglesia, pero víctima de los ataques de los donatistas, se distinguió por sus esfuerzos encaminados a obtener la concordia.
San Pablo «el ermitaño», monje eremita
En la Tebaida, san Pablo, eremita, uno de los primeros en abrazar la vida monástica.
San Gregorio de Nisa, obispo y confesor
En la ciudad de Nisa, en la región de Capadocia, san Gregorio, obispo, hermano de san Basilio Magno, admirable por su vida y doctrina, que por haber confesado la recta fe fue expulsado de su sede por el emperador arriano Valente.
San Juan de Jerusalén, obispo
En Jerusalén, san Juan, obispo, que en el tiempo de la controversia acerca de la doctrina ortodoxa, trabajó denodadamente en favor de la fe católica y de la paz en la Iglesia.
* San Petronio de Die, monje y obispo
En la ciudad de Die, en la Galia Vienense, san Petronio, obispo, que antes había abrazado la vida monástica en la isla de Lérins.
San Marciano, presbítero
En Constantinopla, san Marciano, presbítero, que se distinguió por la ornamentación realizada en las iglesias y por la ayuda prestada a los pobres.
* San Valerio, eremita
En la ciudad de Limoges, en Aquitania, san Valerio, que llevó vida solitaria.
* San Domiciano de Melitene, obispo
En Melitene, en la antigua Armenia, san Domiciano, obispo, que trabajó con ahínco en la conversión de los persas.
San Agatón, papa (1 coms.)
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Agatón, papa, que mantuvo íntegra la fe ante los errores de los monotelitas y promovió la unidad de la Iglesia con la convocatoria de diversos sínodos.
* San Arconte de Viviers, obispo
En la región de Viviers, cerca del Ródano, san Arconte, obispo.
San Pedro Urséolo, monje eremita
En el monasterio de Cuixá, en los Pirineos, san Pedro Urseolo, que, siendo dux de Venecia, se hizo monje. Se distinguió por su piedad y austeridad, y vivió en un eremitorio cercano al monasterio.
Beato Benincasa, abad
En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, beato Benincasa, abad, que envió cien monjes a Sicilia para restaurar la vida regular en el abandonado cenobio de Monreale.
San Guillermo de Bourges, abad y obispo
En la ciudad de Bourges, en Aquitania, san Guillermo, obispo, que, deseoso de soledad y meditación, se hizo monje en el monasterio cisterciense de Pontigny. Más tarde fue abad de Chaalis y, posteriormente, elegido obispo de Bourges. Mantuvo siempre la austeridad de la vida monástica y se distinguió por su amor a los clérigos, a los cautivos y a los desgraciados.
Beato Gonzalo de Amarante, religioso presbítero
En Amarante, lugar de Portugal, beato Gonzalo, presbítero de Braga, quien, después de una larga peregrinación por Tierra Santa, ingresó en la Orden de Predicadores, retirándose a una ermita, ayudó a construir un puente y trabajó en bien de los habitantes del lugar con su oración y predicación.
Beato Gregorio X, papa
En la ciudad de Arezzo, en la Toscana, beato Gregorio X, papa, que, siendo arcediano de Lieja, fue elevado a la sede de Pedro, desde donde favoreció enérgicamente la comunión con los griegos; para aplacar las divergencias entre los cristianos y recuperar Tierra Santa, convocó el Concilio II de Lyon.
Beato Egidio Di Bello, religioso
En Laurenzana, en la Lucania, beato Egidio (Bernardino) Di Bello, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que vivió retirado en una cueva.
Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen (2 coms.)
En Arequipa, en Perú, beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen de la Orden de Predicadores, que con sus dones de consejo y profecía se dedicó a promover el bien de toda la ciudad.
Beata Adèle de Batz de Trenquelléon, fundadora
En Agen, Francia, beata Adèle de Batz de Trenquelléon, en religión María de la Concepción, cofundadora de las Hijas de María Inmaculada (Religiosas Marianistas), junto al beato Chaminade.
Santa Francisca de Sales Aviat, virgen y fundadora
En Perugia, en Italia, santa Francisca de Sales (Leonia) Aviat, virgen, que se dedicó, con maternal amor y solicitud, a la educación de las jóvenes e instituyó las Oblatas de San Francisco de Sales.
Beata María Dolores Rodríguez Sopeña, virgen y fundadora
En Madrid, capital de España, beata María Dolores Rodríguez Sopeña, virgen, la cual dio muestras de su gran caridad cristiana al dedicarse a los más abandonados de la sociedad de su tiempo, acercándose especialmente a los suburbios de las mayores ciudades, y para anunciar el Evangelio y atender a los pobres y a los obreros en cuestiones sociales, fundó el Instituto de la Damas Catequistas y la Obra de la Doctrina.