Presentamos aquí EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO, escrito por San Luis María Grignon de Monfort.
Esta obra expone verdades sobre una práctica que, lejos de ser insignificante, es verdaderamente grande, sublime. El cielo mismo ha otorgado esta devoción para la conversión de los pecadores más endurecidos y los herejes más obstinados, pues Dios ha vinculado a ella "la gracia en esta vida y la gloria en la otra".
El Santo Rosario, en esencia, es un "compendio de los misterios de la vida, pasión, muerte y gloria de Jesús y de María". Es un compuesto sagrado de oración mental (la meditación de los misterios) y oración vocal (padrenuestros y avemarías), una práctica que los santos han ejercitado y los Soberanos Pontífices han autorizado.
El autor se dirige a distintos grupos de almas, ofreciendo el Rosario como un don celestial:
A los sacerdotes, ministros del Altísimo, se les ofrece la Rosa Blanca, instándoles a emprender esta práctica y predicar su excelencia. Aquel sacerdote a quien el Espíritu Santo revele este secreto "producirá más fruto con su palabra, aunque sencilla, en un mes que los demás predicadores en muchos años".
A los pecadores, se les presenta la Rosa Encarnada, enrojecida con la Sangre de Jesucristo, con la promesa de salvación. Se les asegura que las "rosas" del Santo Rosario—los padrenuestros y avemarías bien dichos junto con las obras de penitencia—no se marchitarán ni pasarán jamás. Si son fieles en rezarlo devotamente hasta la muerte, aun cuando se hallen "en el borde del abismo" o fuesen "herejes endurecidos y obstinados como demonios," se convertirán y se salvarán.
A las almas devotas, se les entrega el Rosal Místico, un obsequio "bajado del cielo para ser plantado en el jardín de vuestra alma". Este rosal (Jesús y María en la vida, en la muerte y en la eternidad) crece prodigiosamente y no estorba, sino que "conserva y perfecciona todas las restantes devociones". Sus hojas verdes representan los misterios gozosos; las espinas, los dolorosos; y las flores, los gloriosos de Jesús y María.
A los niños, se les ofrece un Capullo de Rosa, el granito del Rosario, prometiéndoles que si rezan diariamente al menos un tercio con devoción, colocarán una "linda corona de rosas... en las sienes de Jesús y de María".
El Rosario, que también fue llamado antiguamente "salterio de Jesús y de la Santísima Virgen", es un tesoro admirable de santificación. La meditación de sus quince misterios es el alma de la devoción, un medio fundamental que: "nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo; purifica nuestras almas del pecado; nos permite vencer a todos nuestros enemigos; nos facilita la práctica de las virtudes; nos abrasa en amor de Jesucristo; nos enriquece con gracias y méritos".
Sabios e ignorantes, justos y pecadores, grandes y pequeños, son exhortados a alabar y saludar día y noche a Jesús y a María con el Santo Rosario.
Que este libro sirva para plantar, cultivar y regar esta planta divina en el alma, adoptando la resolución de rezar y cultivar el Rosario fielmente todos los días.
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