Francisco y la Santísima Trinidad.

[1] «La Dra. Emilce Cuda [teóloga argentina de la UCA] dice que Francisco les instó a hacer la ética teológica con una “hermenéutica de la unidad en la diferencia” una idea que la red [A la que ella pertenece: The Catholic Theological Ethics in the World Church] ya ha adoptado antes de su elección. Es un tema que se repite en las pasiones intelectuales del Papa: crear procesos en los que el Espíritu Santo forja una nueva síntesis a partir de disparidades y desacuerdos. En la reunión, el papa, bromeando, comparó esto con la manera en la cual funciona la Santísima Trinidad. ‘‘Dentro de la Santísima Trinidad, ellas se la pasan discutiendo a puertas cerradas’’, Cuda cuenta que Francisco les dijo, ‘‘pero, exteriormente, dan una imagen de unidad’’.»
cruxnow.com/…/woman-knows-rea…
novusordowatch.org/…/francis-jokes-m…
Francisco, además de tomar el Santo Nombre de Dios en vano, infringiendo el segundo mandamiento, blasfema de un modo espeluznante al introducir en el seno del Dios Uno y Trino la discordia y el engaño.
No hace falta ser muy versado en teología para comprender que ésos son precisamente los atributos del diablo, quien es el « padre de la mentira » (Jn. 8, 44), y cuyo nombre significa, etimológicamente, el divisor, el que separa y crea discordia. Introducir en el ser íntimo de Dios la división y la falsedad -pues la apariencia de unidad de la divinidad sería algo ficticio, puramente exterior- supone hacer del mal y de la discordia el fundamento de la realidad.
El conflicto como fundamento de la realidad es lo propio de la tesis gnóstica -en todas sus variantes, principalmente hegeliana, marxista y teilhardiana-, con el “Espíritu” avanzando dialécticamente a través de los sucesos históricos, resolviendo el enfrentamiento entre opuestos y creando nuevas “síntesis” englobantes, superadoras de los conflictos. Conflictos y crisis que constituirían, precisamente, el principio dinámico de toda realidad…
Emilce Cuda interpreta perfectamente el pensamiento bergogliano: “el Espíritu Santo forja una nueva síntesis a partir de disparidades y desacuerdos”. Esto, concretamente, referido a la vida intratrinitaria, no es sino la doctrina dialéctica hegeliana de la “tesis-antítesis-síntesis”: al “Padre”, ser infinito pero indefinido, carente de determinaciones concretas, se opone el “Hijo”, quien se “aliena” de su divinidad en la creación, en cuanto opuesto al “Padre”, y de esta oposición dolorosa, que se despliega en la historia humana, termina surgiendo el “Espíritu” absoluto, el Dios completo, reconciliado consigo mismo, a través de las vicisitudes de la historia humana.
En definitiva, un Dios trascendente, eterno e inmutable, sencillamente no existe. Solamente existe el Dios panteísta de la evolución progresiva de la única substancia divina, que se opera en el hombre y por el hombre. Y en esto reside la quintaesencia del luciferianismo: “seréis como dioses” (Gn. 3, 5)…
Tomado del libro "Siete años con Francisco", que se puede descargar gratuitamente en el siguiente enlace:
Siete años con Francisco - Documento integral
A modo de cierre, transcribo una cita de Francisco muy esclarecedora, en la que sigue la misma lógica gnóstica, describiendo un proceso dialéctico, dirigido supuestamente por el "Espíritu Santo", entre las diferentes "denominaciones" cristianas en el interior de lo que él considera la "Iglesia":
«¿Qué hace el Espíritu Santo? Dije que hace algo que podría parecer división, pero no es así. El Espíritu Santo hace la diversidad en la Iglesia (I Cor. 12) y esta diversidad es tan rica, tan bella; pero después, el mismo Espíritu Santo hace unidad. Y así la Iglesia es una en la diversidad. Y para utilizar una hermosa expresión de un evangélico que aprecio mucho, una ‘‘diversidad reconciliada” por el Espíritu Santo. Hace las dos cosas: crea la diversidad de los carismas y después hace la armonía de los carismas. Nosotros estamos en la época de la globalización, y pensamos en qué es la globalización y qué sería la unidad en la Iglesia: ¿tal vez una esfera, donde todos los puntos son equidistantes desde el centro, todos iguales? ¡No! Esto es uniformidad. Y el Espíritu Santo no construye uniformidad. ¿Qué figura podemos encontrar? Pensemos en el poliedro: el poliedro es una unidad, pero con todas las partes distintas; cada una tiene su peculiaridad, su carisma. Esta es la unidad en la diversidad[1].»
[1] En su visita a la iglesia evangélica de Caserta el 28 de julio de 2014: w2.vatican.va/…/papa-francesco_…
Sobre la infiltración de la gnosis panteísta-evolucionista en la Iglesia -conocida como "modernismo"-, se pueden consultar los siguientes artículos:
https://gloria.tv/post/bUsSsFR763PH42N9dkudYoCLQ
www.catolicosalerta.com.ar/bergoglio2017/FranciscoTeilha…