Kontristatus

Parte de una entrevista a los autores del libro ¿Verdadero o Falso Papa? refutando al sedevacantismo y a otros errores modernos.

"La conclusión ineludible de la teoría sedevacantista es que las puertas del infierno prevalecieron contra la Iglesia visible, lo cual es contrario a la promesa de Cristo y al atributo de la indefectibilidad."

Pregunta: ¿Pueden explicar cómo el sedevacantismo conduce a la herejía?

Salza/Siscoe:
Conduce a la herejía porque termina negando propiedades esenciales de la Iglesia. En el libro, nos referimos a dos errores distintos del sedevacantismo. El primero es el simple error de creer que los Papas desde Pío XII no han sido verdaderos Papas. El segundo error, que sigue inmediatamente al primero (y en ocasiones lo precede), es el creer que toda la Iglesia, sobre la cual los Papas recientes han reinado, es una falsa Iglesia. Para ser claros, el segundo error no se limita a sostener que existe “una desorientación diabólica de la jerarquía superior”, como la Hermana Lucía habló, sino una deserción completa de la jerarquía superior. No es simplemente una infiltración y subversión de la Iglesia (provocando una pasión de la Iglesia similar a la que Cristo soportó en el Calvario), sino una destrucción completa de la Iglesia visible y su sustitución por una nueva Iglesia. Esta posición no se puede hacer sin negar los atributos esenciales de la Iglesia, especialmente los atributos de visibilidad y de indefectibilidad.

Pregunta: ¿Nos pueden explicar cómo el concepto de una Nueva Iglesia negaría sus atributos de visibilidad y de indefectibilidad?

Salza/Siscoe:
En primer lugar, en relación al término Nueva Iglesia, si se utiliza la frase para referirse a un cuerpo organizado de hombres dentro de la Iglesia (una quinta columna) que están tratando de acarrear su destrucción; o si en un sentido metafórico se utiliza para describir la tendencia liberal post-Vaticano II en general – o, como Arzobispo Lefebvre dijo, “toda la nueva orientación de la Iglesia, ya no es una orientación católica” – no hay ningún problema con el término. El problema es cuando se usa el término en el sentido de que toda la Iglesia visible se ha convertido en una nueva entidad, – actual y formal- la Nueva Iglesia.

Pregunta: Pero, ¿cómo la idea de una Nueva Iglesia supone un rechazo de los atributos de la visibilidad y de la indefectibilidad?

Salza/Siscoe:
Existen un par de razones. En primer lugar, cuando los católicos profesan que la Iglesia es visible, no quieren decir que meramente tiene gente visible, o ritos y ceremonias que son visibles. Las denominaciones protestantes también tienen esta visibilidad material. Cuando decimos que la Iglesia es visible, queremos decir que lo es tanto material como formalmente. La visibilidad material de la Iglesia es el objeto de los sentidos; la visibilidad formal es el objeto del intelecto. Visibilidad formal significa que la Iglesia es una sociedad visible – una unidad social visible – que puede ser reconocida como la verdadera Iglesia fundada por Cristo. Es reconocido por ser la verdadera Iglesia por sus cuatro marcas (Una, Santa, Católica y Apostólica). Mientras que los sedevacantistas afirman creer en las marcas de la Iglesia, no son capaces de apuntar a una de las iglesias de hoy que posea las cuatro marcas. Ellos argumentan que la Iglesia Católica de nuestro día no las posee; sin embargo, es un hecho que ninguna de las sectas sedevacantistas poseen las cuatro marcas.

Esto significa que, de acuerdo con su propia teoría, no existe hoy Iglesia alguna que posea las cuatro marcas – marcas que estarán con la verdadera Iglesia hasta el fin de los tiempos. De hecho, la única Iglesia que afirma poseer las cuatro marcas, es la Iglesia que todo el mundo, a excepción de los sedevacantistas, identifica como a la Iglesia Católica. La conclusión ineludible de la teoría sedevacantista es que las puertas del infierno prevalecieron contra la Iglesia visible, lo cual es contrario a la promesa de Cristo y al atributo de la indefectibilidad.

En segundo lugar, es importante darse cuenta de que la promesa de Cristo, de que “las puertas del infierno no prevalecerán“, se aplica a la unidad social visible (el Papa, la jerarquía y los laicos), y no a miembros individuales como tales. Ahora bien, si la unidad social visible se había transformado en una Iglesia Nueva en algún momento después de la muerte de Pío XII, esto significaría que las puertas del infierno habrían prevalecido contra la Iglesia (la unidad social visible). Por lo tanto, no es posible mantener la posición sedevacantista sin negar por lo menos uno de los atributos de la Iglesia, Si no los tres (la visibilidad, la indefectibilidad y la infalibilidad). Al estudiar el tema en profundidad, no hay escape posible de esta conclusión. De hecho, un ex seminarista sedevacantista publicó un libro hace apenas unos meses, en el que explica como el sedevacantismo lo llevó a rechazar lógicamente la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia Católica (después de lo cual hizo que se uniera a una secta de la Iglesia Ortodoxa del Este). De hecho, los errores de sedevacantismo llevan a uno lógicamente afuera de la verdadera Iglesia.

Pregunta: Si los sedevacantistas afirman que la sociedad visible y la jerarquía desertaron, ¿dónde sostienen que la Iglesia existe en la actualidad?

Salza/Siscoe:
Por lo general, harán todo lo posible por evitar esta pregunta. Algunos simplemente se niegan a responder y lo llaman un “misterio”. Otros replican diciendo: “Donde quiera que este, ¡no será en su Nueva Iglesia!” (Lo cual es admitir de que no pueden responder a la pregunta). De hecho, citamos un apologista líder sedevacantista en el libro, que admite que la mayoría de sus colegas ni siquiera intentarán responder a esta pregunta, y que aquellos que lo hacen por lo general caen en el error. Lo que encontramos es que estos sedevacantistas que tratan de responder a esta pregunta – i.e., ¿dónde está la Iglesia visible hoy en día? – terminan por profesar la definición protestante de la Iglesia, que es el de una Iglesia invisible con miembros visibles. En nuestro libro, les citamos directamente.

Por ejemplo, un obispo sedevacantista define la Iglesia como “aquellos que se adhieren a la fe católica”. En otras palabras, este obispo reduce la Iglesia al concepto protestante de una asociación de miembros visibles que profesan la fe verdadera, en lugar de una institución visible con una jerarquía divinamente establecida que posee autoridad divina. Esta es precisamente la definición de la Confesión protestante de Westminster, que dice que la Iglesia se compone de aquellos que “profesan la religión verdadera”. Un predicador sedevacantista laico (y ex ministro protestante), que citamos a través del libro, afirma que la visibilidad de la Iglesia significa que la Iglesia “se compone de las personas visibles”, y que la verdadera Iglesia de hoy se encuentra “en los corazones y las mentes” de los verdaderos creyentes – que es una definición que complacería al más anticatólico de los protestantes. Estas citas demuestran que los sedevacantistas han abrazado la definición protestante de la Iglesia. Irónicamente, los sedevacantistas declaran que los Papas recientes no son verdaderos Papas porque han profesado la herejía, pero los propios sedevacantistas profesan públicamente la herejía protestante de una Iglesia invisible formado por “miembros visibles.“

El predicador sedevacantista, mencionado anteriormente, también afirma que la jerarquía de la Iglesia (es decir, el Magisterio) ya no existe. Pero luego razona que “no estamos perdidos”, porque, como él dice, “tenemos el Magisterio del pasado”. No hace falta decir, que un “magisterio del pasado” no es suficiente. Como se muestra en el libro, es de fide que siempre va a existir el Magisterio (compuesto por obispos válidamente consagrados con jurisdicción). Una jerarquía legítima visible está vinculada directamente a la indefectibilidad de la Iglesia.

Pregunta: ¿Puede explicar qué quieren decir con una “jerarquía legítima”?

Salza/Siscoe:
Una jerarquía legítima es una jerarquía que tenga una sucesión apostólica tanto formal como material – es decir, obispos válidamente ordenados (el elemento material) que han recibido la jurisdicción (el elemento formal) directamente del Papa, ya que sólo el Papa puede conceder jurisdicción a un obispo. Si no hubiese habido Papas desde Pío XII, esto significaría que todos los obispos actualmente a cargo de una sede episcopal, carecerían de jurisdicción y, por lo tanto, no serían legítimos sucesores de los Apóstoles.

Pregunta: Si no hay una jerarquía legítima, ¿no significaría que la Iglesia indefectible había sido defectible?

Salza/Siscoe: Sí que lo habría sido, tal y como mostramos claramente en el libro. Y, como también nosotros demostramos, esto plantea un problema insuperable para la tesis sedevacantista, y que los sedevacantistas se esfuerzan en explicar. La mayoría de los sedevacantistas saben y admiten que la verdadera Iglesia siempre debe tener la sucesión apostólica legítima (ya que es un elemento esencial de la marca de la apostolicidad). Ellos admiten fácilmente que no hay obispo no sedevacantista que posea jurisdicción ordinaria; sin embargo, también afirman que los obispos de la Iglesia católica (los que ellos llaman la “Nueva Iglesia”) carecen de la jurisdicción ordinaria. Afirman esto porque sólo el Papa puede conceder jurisdicción, y niegan que cualquiera de los últimos Papas fuesen verdaderos Papas. Por lo tanto, de acuerdo con su teoría, ninguno de los obispos responsables de una sede episcopal poseerá jurisdicción.

Pregunta: Pero si admiten que sus obispos sedevacantistas carecen de jurisdicción, y también afirman que los obispos de la “Nueva Iglesia” carecen de jurisdicción, ¿dónde está la jerarquía legítima?

Salza/Siscoe:
Ese es su dilema, que tratan de explicar en vano. Nuestra popular apologista sedevacantista de Australia inventó la salvaje teoría de que un obispo nombrado por Pío XII “debe” existir por alguna parte. Y ya que, según su teoría, no ha habido Papas válidos para aceptar la renuncia de este obispo, significa que este obispo “retirado” no identificado ha conservado su jurisdicción – ¡incluso si él no lo sabe! Según esta teoría, el supuesto obispo no identificado es toda la jerarquía legítima de la Iglesia.

Pero lo más revelador es que este apologista sedevacantista en realidad admite a continuación, que si tal obispo no existiese, “la solución sedevacantista estaría equivocada”. ¿Y cómo nuestro amigo sedevacantista “demuestra” que su teoría no está mal, y que un obispo ordenado por Pío XII con jurisdicción existe todavía? Simplemente no lo hace. En cambio, pone la responsabilidad de la prueba sobre sus oponentes ¡para demostrar que no existe tal obispo! Así de claro. Se dedica a la falacia lógica de la inversión de la responsabilidad de la prueba. Y afirma (basado en su juicio privado) que todos los obispos encargados de sedes episcopales de todo el mundo carecen de jurisdicción. Para más tarde afirmar que sus oponentes deben desmentir su novedosa teoría al demostrar que un obispo nombrado por Pío XII ¡no existe!

Por si no hubiese suficientes problemas con esta teoría, debemos de señalar que si incluso un obispo nombrado por Pío XII existiese en algún lugar del mundo, tal obispo tendría que ser el sedevacantista que nunca fue miembro de la “Nueva Iglesia”. ¿Por qué? Porque, de acuerdo con el canon favorito de los sedevacantistas ‘ del Código de 1917 (Canon 188.4), un obispo que “públicamente abandone la fe” (es decir, que se une públicamente a una religión falsa) pierde automáticamente su cargo. En otras palabras, el obispo nombrado por Pío XII habría perdido su jurisdicción de forma automática cuando se convirtió en miembro de lo que los sedevacantistas llaman la “Nueva Iglesia” (y en este caso, su renuncia no tendría que ser aceptada por el Papa). E incluso si existiera un obispo sedevacantista nombrado por Pío XII, que estuviese oculto y desconocido en algún lugar del mundo, tal hecho no podría salvar la teoría de negar la visibilidad formal de la Iglesia, es decir, la existencia de la unidad social visible fundada por Cristo. Esta absurda teoría simplemente nos muestra los extremos a los que estos apologistas sedevacantistas desesperados irán para defender sus tesis. Y recuerden, que nuestro apologista sedevacantista admite que si no existe tal obispo, la tesis sedevacantista “estaría equivocada”. Y si su tesis es errónea (que lo es, ya que este y otros problemas con la teoría así lo prueban), significa que ha estado llevando a la gente hacia el error y hacia el cisma objetivo durante muchos años.

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