No la he visto. El propósito de subir tantas es tener una colección de películas edificantes pero antiguas, que son las mejores; si esta en concreto no es edificante, la retiro. De todas maneras, puede ser perfectamente moral el que la felicidad esté fuera del convento para una novicia cuya vocación sea el matrimonio y que haya entrado en el convento equivocadamente, como en Sonrisas y lágrimas, y no así para otra cuya vocación sí que sea realmente el estado religioso. Sea como fuere, hay que terminar de ver la película con ganas de ser mejor y más santo; si no ocurre eso, no es buena. A ver si hay más opiniones.

Las diferentes religiones y por extensión los grupos que tienen pareceres diferentes sobre cualquier tema, aun los de naturaleza política, pueden mantener buenas relaciones y reunirse para confraternizar, centrándose en lo que los une en vez de en los que los separa. Este llevarse bien no es apostatar de la fe de cada uno para convertirse a la del otro, ni tampoco cambiarse de opción política si se tratara de partidos. Se trata simplemente de reconocer en otra persona a nuestro hermano, a pesar de las diferencias religiosas o políticas que tenga con nosotros.

De hecho, es lo que el Señor hace ante cualquier persona de este mundo, lo ama a pesar de que se encuentre en pecado o de que sea ateo o de que sea musulmán, budista o agnóstico, sin que por ello deje de llamarlo a la Iglesia católica en donde se encuentra la plenitud de los medios de salvación y la Verdad con mayúscula. Dios es amor, y así debemos ser nosotros. Seamos perfectos como el Padre es perfecto.

Es un vídeo de humor que supongo tendrá su público. En nuestra cultura no encaja demasiado; supongo que en la de esta parroquia será bien acogido, de lo contrario quizá no lo hubieran grabado.

El humor fino, de buen gusto y oportuno (sin hablar ahora de este caso concreto) es siempre algo bueno, no solo incontables santos sino el mismo Jesucristo parece que tuvo muchos rasgos de sano humor como pueden descubrirse en el libro "Maestro de buen humor" de José Luis Soria (Ed. Rialp). Ahora bien, el humor, al ser una actividad muy creativa, puede tener el peligro de no ser apropiado, de pasarse o de torcerse... A mí no me agrada el vídeo pero no seré yo quien lance piedras o quiera quemar a los protagonistas de un intento simpático y sin malas intenciones de caer bien a la gente y que vean por ahí que los cristianos siguen siendo alegres porque algo alegre late en sus almas las 24 horas del día.

El rosario no tienen ningún poder, el que tiene poder es Dios, y que como buen hijo, padre y esposo de la santísima Virgen María, le concede a ella todo lo que ella le pida. Y como el rosario es la oración sobre María que más agrada al Señor, y también la oración que más agrada a María -por estar sus oraciones escritas por Dios-, pues es de tontos no tirar por ese camino:
Rosario--->María--->Jesús--->Padre.

Y los superlistos se saben un camino más eficaz todavía que el santo rosario: José--->María--->Jesús--->Padre

Para lo concerniente a tareas de administración no relacionadas con los sacramentos, no me parece descabellado. El sacerdocio exige la figura un varón, pero todo lo demás no. Podría compartirse las funciones entre un hombre ordenado y una mujer consagrada o incluso laica. En cualquier caso es la Iglesia quien tiene que hacer y deshacer, pues lo que opinemos nosotros no tiene validez si no es confirmado por el Espíritu Santo. Pensemos y valoremos pero estemos siempre con nuestra santa madre Iglesia acatando sus directrices sin rechistar.

Es un gesto de confraternización y simpatía que sin duda ha de agradar a nuestros hermanos que profesan la fe islámica, por los cuales Cristo también dio la vida aunque no lo sepan o no lo crean. Es seguir la línea de la famosa fotografía de san Juan Pablo II besando el Corán. Estos gestos no son apostasías de la fe católica sino sonrisas y abrazos a nuestro prójimo de otras religiones con vistas a disminuir las tensiones actuales y los prejuicios históricos, y propiciar un acercamiento.

Los cristianos creemos que el Espíritu Santo actuará para que Jesús triunfe también en esas culturas, aunque no sabemos cuándo ni cómo, pero sabemos también aquello de que "Dios hace casi todo y nosotros casi nada, pero quiere que hagamos nuestro casi nada para que entonces él haga su casi todo", es decir que parece que quiere que nosotros pongamos nuestro granito de arena tendiendo puentes y derribando muros con nuestro prójimo musulmán, judío, budista, pagano, protestante, descreído, agnóstico o ateo. El Espíritu Santo une y acerca, el demonio divide y aleja, fijémonos pues en lo que nos une, como es el creer y rezar al altísimo creador de cielo y tierra, a cuya providencia nos acogemos.

El que el santísimo esté detrás puede interpretarse como una irreverencia pero también como una reafirmación, como haciendo ver que aunque cantan una canción de otra religión ellas sirven a Cristo-Dios y por ello lo hacen presente detrás de ellas durante la interpretación, aunque es debatible la corrección de ese detalle, desde luego.

El Señor es una persona divina y también humana. Lo que no hagamos con un niño, por ejemplo, que es humano, mucho menos lo podremos que hacer con Jesús sacramentado, que es humano y divino a la vez. A un hijo pequeño no lo meteríamos en una bolsa de plástico y lo colgaríamos de la pared en espera de que otro familiar lo recogiera para llevarlo al colegio, por ejemplo. Sin embargo, cuando en esta pandemia ha habido peligro de contagio en casa, nos hemos aislado, nos hemos lavado las manos continuamente y hemos guardado distancia de seguridad. Estas medidas entran dentro de la dignidad del sacramento, porque no seguirlas sería ir en contra del espíritu del quinto mandamiento de la ley de Dios, y no emplearlas confiando en que el Señor haga un milagro para no contagiarnos sería tentar a Dios, obligarle a hacer milagros para demostrar su poder. Ni medidas absurdas ni tampoco laxas, sino las medidas que sean necesarias y tantas como sean necesarias. Jesús, que nos mandó precisamente amar al prójimo, todo parece indicar que es el primero que está de acuerdo con cómo se están haciendo las cosas (salvo algunos pocos disparates que se oyen aquí y allá, que se caen por su propio peso).

Exactamente, muy bien dicho por parte de san Juan Pablo II y ratificado por el actual Papa Francisco, muy probablemente santo también y futuro canonizado. ¿Verdad que entendemos perfectamente que nuestra querida España es una unidad hecha de diversidades, y que la riqueza de que a cada pocos kilómetros cambie el paisaje, el carácter y las costumbres no es obstáculo para que todos formemos parte de España? ¿No entendemos bien acaso que a pesar de que la personalidad del papá, la mamá y cada uno de los hijos es muy diferente, ello no quita para que la familia sea una? ¿No comprendemos quizá que el que nuestra mano sea distinta de nuestro pie, de nuestro vientre y de nuestra cabeza, no indica que seamos varias personas sino una sola? Pues con un poco de voluntad se puede comprender también que la legítima diversidad dentro de la Iglesia no se opone en ningún modo a su unidad. Y si no lo entendemos pidamos luces al Espíritu Santo, que a lo mejor lo que nos hace falta, en vez de pedir tanto que se arregle la Iglesia, es pedir luz para nosotros. Gracias a nuestros papas por explicarnos las cosas tan claramente, pues solo hay que leerlas con atención y humildad para entenderlas.

El número de personas que llena o deja de llenar un templo no es un indicativo de éxito. La Iglesia no es un circo, un cine o un concierto, cuya calidad se cifra en entradas vendidas. El éxito de la Iglesia es que en ella está Jesús vivo, sacrificándose en la cruz realmente por nosotros, perdonándonos y dejándose comulgar, así como en mantener intacto el depósito de la fe según la vaya desplegando el Espíritu Santo, sin ceder a las inercias ultraconservadoras ni mucho menos a las modernistas, es decir, como lo están haciendo muy bien todos los papas que el Señor nos viene concediendo. Dejemos al Espíritu de Dios que meta en los templos a la gente que él quiera, según los planes de Dios para cada época y no seamos ciegos ni estemos tristones ante las maravillas y milagros que el Señor nos está proveyendo cada día. Donde no tiene que haber un lugar libre no es en los bancos sino en nuestro corazón: todo debe ser de Dios y para Dios. Así sea y que la Virgen nos lo procure.

El Santo Padre sigue esta línea de convergencia de todos en la eucaristía, como ha demostrado en la carta publicada hoy mismo, así que tranquilos que Jesús va a estar siempre con nosotros vivo y presente, como el nos prometió y como no podía ser de otra manera:

"En este momento, pienso en mis queridos Hermanos que presiden las diversas Iglesias y Comunidades Cristianas; y también en todos los hermanos y hermanas de todas las tradiciones cristianas que son nuestros compañeros de viaje. Al igual que los discípulos de Emaús, podemos sentir la presencia del Cristo resucitado que camina a nuestro lado y nos explica las Escrituras, y reconocerlo en la fracción del pan, en la espera de compartir juntos la mesa eucarística."

Pero si no para de hablar de Jesús dando importancia y destacando todo lo que dijo e hizo, y de invitarnos a su seguimiento. Ayer mismo, en la palabras previas al Regina Coeli terminó así, todo centrado en el Señor: Jesús, Jesús y más Jesús:

"La fiesta de la Ascensión nos dice que Jesús, aunque ascendió al cielo para morar gloriosamente a la derecha del Padre, está todavía y siempre entre nosotros: de ahí viene nuestra fuerza, nuestra perseverancia y nuestra alegría, precisamente de la presencia de Jesús entre nosotros con el poder del Espíritu Santo.

Que la Virgen María nos acompañe en nuestra senda con su protección materna: aprendamos de ella la delicadeza y el valor para ser testigos en el mundo del Señor resucitado."

En toda formulación y teoría teológica, algo hay de verdad si está pensada con sinceridad y amor a la Iglesia, pues esto no se podría realizar sin el Espíritu de la Verdad. Aun de la tesis más equivocada pero honrada y movida por lo que uno cree que es ser fiel a Dios, se puede aprender algo interesante y bueno. En este caso, al ser confirmado con el tiempo en Papa, parece que era el joven Ratzinger quien tenía razón, pero su oponente no dejaba de tener también retazos de luz en sus argumentaciones.

No creo que una experiencia dolorosa volviera "gris" al futuro Papa. Su carácter tímido, tranquilo y sereno me parecen más bien su forma de ser natural. Además, gracias a la fe y a la esperanza, los cristianos tenemos una habilidad especial para que no nos destrocen los sucesos de la vida y salir de nuevo a flote, tanto más cuanto más santo es uno. Gracias, Señor, por habernos dado a Benedicto XVI, que probablemente sea proclamado santo en el futuro, cuando el Señor se lo lleve.

Creo que no son imprescindibles los guantes, sino que con un buen y frecuente desinfectado con gel antiséptico, tanto el ministro de la comunión como los comulgantes, se evita el peligro.

Pero una medida de salud obligatoria, no porque haya que cumplirla es por ello un dogma. En ese caso todo lo que estamos obligados a hacer por ley sería un dogma. Pagar el recibo de la luz sería un dogma, por ejemplo. No, un dogma es otra cosa, hablando propiamente es una verdad de fe y por su naturaleza no alude a tener que realizar una acción más que la de creer en ella. Adoptar las medidas sanitarias no es un dogma pero sí estas constituyen actos de amor al prójimo y a uno mismo, y sobre todo a Dios, pues con ellas cumplimos el quinto mandamiento de la ley de Dios, que incluye el no ponerse ni poner a los demás en peligro de muerte o deterioro de la salud innecesariamente. Y al contrario: incumplirlas podría ser materia de pecado en muchos casos.

¡Hombre, claro!: "Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos." (Mt 16,19)

De todas formas, hay personas que por su sensibilidad espiritual especial no pueden comulgar si no es en la boca, les repele invenciblemente hacerlo de otra forma. No costaría nada que el sacerdote al terminar la misa dedicase un tiempo a administrar la comunión a estas personas, esterilizándose las manos antes y después de cada comunión con el gel desinfectante. Se tarda más tiempo pero es una delicadeza que vale la pena tener con estos fieles y con los que sencillamente prefieran recibir la comunión en la boca. Igualmente podría ponerse un reclinatorio para comulgar además de rodillas. ¡Ánimo con esta idea!

Es la diferencia entre un político que dice lo que suena bien según el ambiente en el que está, y un pastor que cuida de sus ovejas. Los obispos nos cuidan y nos dan lo más seguro en cada momento, por eso a los obispos o a los sacerdotes se les llama padres y a los políticos no. El que vela por ti es tu padre, olvídate de lo que te recomienda un extraño, que podrá querer tu bien en plan filantrópico pero luego se vuelve con su familia y ahí te quedas. A ti quien te quiere es tu padre, que no te engañen. Y si la Iglesia, que a su vez es tu madre, acuerda una cosa para protegerte, por algo será aunque no lo entiendas. A callar y a ser obediente, como buen hijo, que te lo dice por tu bien.

Si a algún lumbreras demasiado imaginativo se le ha ocurrido tal método, pues se le pega una bronca y ya está. Entre exponer a la gente a morirse por prescindir de precauciones sanitarias y la ridiculez o la incorrección, hay una amplia zona media en la que nos podemos mover con comodidad. Ni contagiarnos ni caer en aberraciones como la de llevarse el santísimo a casa. Gracias a Dios el 99% de la Iglesia actual tiene dos dedos de frente, pero no faltan "genios" que se inventan tonterías. Tironcillo de orejas, un vasito de leche y a la cama.

¿Es que quién ha dicho que haya que rezar a los medios sanitarios? Las precauciones de protección de la salud son para adoptarlas no para rezarles como si fueran Dios. No tomarlas sería probablemente pecar contra el quinto mandamiento.

¿A que obedecemos a los colores del semáforo porque de lo contrario tendríamos un accidente? Sin embargo, por útil que sea un semáforo no nos arrodillamos para adorarlo como si fuera un tótem. Pues tampoco nadie se pone a adorar ni a rezar a una mascarilla o a un gel desinfectante, y quien lo haga al manicomio. Hasta ahí llegamos, hijo.