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Bottega
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Virgen de la Revelación.

El 5 de octubre de 1947 y delante de 500.000 personas. El Papa Pío XII bendijo la estatua de la Virgen de la Revelación que fue llevada en procesión a la gruta de las apariciones, aprobada por la iglesia. Todo empezó en 1937, 10 años antes, cuando Luigina Sinapi oyó llorar a una mujer en una cueva en Roma, fue al interior de la cueva y vio a la Virgen llorando, sorprendida miró alrededor y encontró los restos de un feto abortado, arrojado en ese lugar oscuro. La Virgen le dijo: “Voy a volver a este lugar para convertir a un hombre que lucha hoy profundamente contra la Iglesia de Cristo y quiere asesinar al Santo Padre (…). Ve ahora a San Pedro, ahí encontrarás una religiosa que te hará conocer a su hermano, que es un Cardenal. A él, tienes que llevar el mensaje. Desde este lugar llegará a Roma el trono de mi glorificación. Debes decirle al Cardenal que pronto será el nuevo Papa.” Sinapi fue en busca de la mujer, descrita por la Virgen por la apariencia física, y la encontró en San Pedro, era la hermana del Cardenal Eugenio Pacelli. La mística habló con el Cardenal, que la escuchó, con desconfianza… Bruno Cornacchiola, anarquista que participó en la guerra civil Española, donde murieron más de 500.000 personas, incluyendo 6.832 clérigos, 13 eran obispos y 4.184 sacerdotes, conoció en Zaragoza a un alemán protestante quien lo adoctrinó y creó en él un odio férreo hacia la Iglesia Católica. Bruno compro un cuchillo para matar al papa. La virgen se le apareció, tras un dolor inmenso en sus ojos unas manos blancas le quitaron una especie de velo. Cayó de rodillas y una luz iluminó la gruta Soy la Virgen de la Revelación. Tú me has perseguido. y desde entonces le hizo revelaciones extraordinarias que se han cumplido matemáticamente. Visión del 21 de septiembre de 1988: «Espero que lo que he visto nunca se haga realidad, es demasiado doloroso y espero que Dios nunca permitirá que el Papa niegue las verdades de la Fe y se ponga en el lugar de Dios»…