Querida Madre, S.V. María.
Yo te pido que me perdones tanta desobediencia y sobre todo, tanta resistencia al cambio, en el proceso de conversión y transformación que llevo desde hace varios años.
Vencer sentimientos de ira, odio, resentimiento, amargura, queja, y aceptar a los que nos hacen daño, requiere de tu ayuda. Por eso, también te ruego que nos perdones a todos, especialmente a los no creyentes, que son causa de tu sufrimiento.
Con relación a las gracias que nos das, estas son para ti madre, porque ruegas y ruegas por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Gracias querida Madre María.

En el mensaje de este mes la Reina de la Paz nos ha hablado del sufrimiento de su Corazón Inmaculado, diciéndonos una fuertes palabras: "mi Corazón Inmaculado sangra al miraros en el pecado y hábitos pecaminosos". Aránzazu nos explica en el comentario a este mensaje lo que significa el sufrimiento de una madre y mediante comparaciones nos ayuda a comprender lo profundo que es el dolor de la Virgen María y también lo grande que es su amor, porque Ella es Madre como ninguna otra madre en el mundo.

Cada uno de nosotros somos importantes porque podemos responder o no a la llamada de la Reina de la Paz. La confesión nos limpia del pecado y de los hábitos pecaminosos, pero si nos confesamos bien. Ella, la Reina de la Paz quiere ser bálsamo para nuestros corazones y alegría para llenar nuestra vida.