El texto denuncia un problema estructural dentro de la Iglesia: la presencia de sacerdotes con rasgos narcisistas y atracción al mismo sexo que, en algunos casos, acceden a puestos de poder y se protegen entre sí en redes internas. Según el autor, los escándalos que surgen —doble vida, abusos, drogas, relaciones homosexuales— no son hechos aislados, sino parte de un patrón que se ignora pese a las denuncias previas de fieles. Se subraya que el narcisismo y la atracción no integrada derivan en una vida doble que termina dañando a las comunidades y debilitando la credibilidad de la Iglesia. Tanto Benedicto XVI como Francisco han alertado sobre el problema de admitir candidatos con tendencias homosexuales al sacerdocio, aunque sus posturas generaron controversia. El texto reclama mayor transparencia, valentía para afrontar estas situaciones y una exigencia de autenticidad en los ministros, pues los más perjudicados son los fieles sencillos y los sacerdotes que trabajan con entrega …