MES DE MAYO… MES DE MARÍA. DÍA DÉCIMOCUARTO.

fatimayelsantorosario.blogspot.com

S. S. el Papa Pío VII concedió, el 21de marzo de 1885, y el 18 de junio de 1822, 300 días de indulgencia por cada día a todos los fieles del mundo católico que pública o privadamente honraren en el mes de mayo, a la Virgen Santísima con particulares obsequios, devotas oraciones u otros actos. Indulgencia plenaria por una vez, en el referido mes, en uno de los primeros ocho días de junio el día en que, confesados y comulgados, rogaren al Señor por la Santa Iglesia y demás intenciones de su Santidad.

MODO DE CELEBRAR EL PIADOSO EJERCICIO

Si es posible, se reza la tercera parte del Santo Rosario, con misterios cantados. Después de la Salve.

Por la señal. . .

Acto de contrición. . .


Oración Preparatoria

Estamos a tus plantas, ¡oh dulce Madre Nuestra! Venimos a admirar tu excelsa dignidad y tus privilegios; a ensalzar tu nombre mil veces bendecido: a estudiar tus virtudes incomparables para alabar a Dios que te llenó de gracias y pedirte tu ayuda misericordiosa a fin de imitarte.

Queremos recrearnos en tu grandeza, en tu hermosura, regocijarnos en tus bondades, quedar más y más embriagados de tu dulzura y de tu amor.

Somos indignos de estar en tu presencia; pero eres buena y perdonarás nuestro atrevimiento.

Si el pecado nos impide llegar hasta tí, aborrecemos el pecado con todo nuestro corazón y lo detestamos con todas nuestras fuerzas.

Ilumina, purifica, enciende, consuela nuestras almas.

Tuyas son, te pertenecen, te aclaman y quieren amarte durante toda la eternidad.

Muéstranos tu vida angelical, tus virtudes, tus excelencias y tus bondades.


¡Oh augusta Madre de Dios!, te alabamos, te bendecimos y te glorificamos.

¡Oh Madre tierna de los hombres! te suplicamos nos consigas el remedio de todas nuestras necesidades, la gracia santificante y la perseverancia final.


Queremos vivir sirviéndote, morir amándote y estar en la eternidad cantando en tu comparsa las misericordias del Señor. Amén.

DÍA CATORCE (14 de mayo).

MEDITACIÓN. —OBEDIENCIA DE MARÍA.

Punto Primero.
Obedeció la Virgen…
a) las inspiraciones de Dios que la llamaba al templo siendo pequeñita aún;
b) por obediencia dejó el santo retiro y se unió en matrimonio al casto José;
c) por obediencia sometió su voluntad a la divina en el misterio de la Anunciación;
d) por obediencia nos aceptó como hijos al pie de la cruz en medio de incomparables dolores. (Breve pausa.)

Punto Segundo.
¿Obedeces tú a Dios, a tu conciencia que te manda lo bueno y te prohíbe lo malo? ¿Obedeces a tus padres y superiores como representantes de Dios y por motivos sobrenaturales? (Breve pausa.)

Fruto. —Cumplir la voluntad de Dios íntegramente.

Aspiración.¡Oh María! quiero decir siempre al Señor, hágase tu voluntad y no la mía.

Lectura.EL ROSARIO ES ORACIÓN VOCAL.

Los constitutivos del Rosario son oraciones vocales nobilísimas; luego nobilísimo es, sobre toda ponderación, el Rosario mismo que se compone de tales elementos.
Hagamos ligero análisis.

El Padre Nuestro. —Un día, los discípulos de Jesús le preguntaron:
Maestro, ¿qué palabras usaremos para hablar con Dios, para pedir que remedie nuestros males…? Él es tan grande, nosotros tan pequeños; El santo, pecadores nosotros; El infinito y rico, nosotros mendigos y miserables… Dinos, ¿qué fórmula prescribes para acercarnos a Jehová?

Jesucristo, asesor bondadoso, dulcísimo consejero, contestó: así diréis a mi Padre, que es también vuestro, cuando algo os falte: “Padre nuestro que estás en los cielos” ... etc.

ORACIÓN: —Al Sa
ntuario de Nuestra Señora del Patrocinio.

He subido ¡oh Madre!, a la santa montaña que guarda, como tesoro de inmensa valía, está tu imagen taumaturga.

Cuántos han venido acá, desde hace siglos, a llorar sus infortunios, a contarte sus penas, a pedirte amparo y protección.

Son incontables tus devotos, porque son incontables también los favores que les has dispensado.


Está tu santuario en agreste altura, para indicarme que tú, ¡oh mística Ciudad de Dios! levantas los cimientos de tu santidad sobre cumbres inaccesibles.

Desde allí dominas el universo y proteges a cuantos te llaman
Madre y Señora.


Yo también te doy este nombre dulcísimo, yo también soy hijo tuyo, aunque ingrato y pecador; yo también sufro pesares muy hondos y tristezas que acibaran mi existencia.

Por eso vengo ante tu altar ¡oh Virgen Inmaculada!

Coloca sobre mi corazón esa flor fragante que tiene tu manecita y que simboliza amor divino, castidad y virtud.

Di al Niño Jesús (que se complace en estar contigo) que descienda a mi espíritu, lo purifique y lo llene de su gracia.

Confío en que, una vez más,
¡oh gran Señora! seas mi consuelo, mi guía, mi maestra y mi Madre amantísima.


Así lo espero, así sea.

Tres veces:
María, Madre de Dios, ruega por nosotros.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Acuérdate ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir, que alguno de los que han acudido a tu protección, implorado tu auxilio y pedido tu socorro, haya sido abandonado. Animado con esta confianza a tí también acudo, ¡oh Virgen de las Vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, me atrevo a aparecer ante tu presencia soberana, no deseches mis súplicas, antes bien escúchalas y acógelas benignamente. Amén.

MES DE MARÍA
Por el Pbro. Cantu Corro. (1918).