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Mons. Aguer

El servicio de la educación

El mayor servicio que puede brindarse en este mundo es la comunicación de la vida. Responde al mandato original: crecer y multiplicarse, llenar la tierra y someterla. Pero ese mandato encierra una dialéctica: la relación entre padres e hijos puede ser muy variada, y aun incluir un misterio. El orden natural implica el amor de los padres a sus hijos, y viceversa. Sin embargo, como la historia lo registra, la relación de los padres y sus hijos puede ser conflictiva, y hasta extremos monstruosos. La trama de “Los hermanos Karamazov”, de Dostoyevski, responde más allá de la inventiva, a una realidad de la Santa Rusia, el drama secular de ese pueblo. De algún modo, se trata de un esquema válido, en general, para la condición humana.

El servicio de comunicación de la vida incluye la conducción de la nueva creatura a su plenitud; ese acompañamiento irrenunciable para el que engendra es la educación. También en este punto, la historia –tiempo y espacio- ofrece modelos variadísimos. El liberalismo decimonónico redujo, ésa era al menos la tendencia ideológica, la educación a la instrucción. El Estado arrebató a la Iglesia su derecho –de orden divino y humano-, e impuso el laicismo en la educación. No faltaron enfrentamientos, ya que los hombres formados en la tradición resistieron la ideología liberal y su afán totalitario.

En la Argentina, el choque se verificó en los años 80 del siglo XIX, pero los encuadramientos forjados entonces resurgieron en varias ocasiones posteriores. La masonería acechó a la Iglesia aguardando la ocasión propicia para desplazarla e imponer en el Estado el laicismo; ahora facilitado por una general descristianización. En 1958, el sentir popular, protagonizado por la juventud estudiantil, se dejó ganar por la confusión. La permisión de libertad de enseñanza en el orden universitario, fue presentada como un ataque clerical al monopolio escolar del Estado. El eslogan fue Laica o libre, y hasta se adoptaron distintivos: el laicismo fue violeta; la libertad, verde. Pero semejante despropósito no podía durar mucho; vuelta la calma, la libertad de enseñanza se concretó en la creación de nuevas universidades. Hoy en día no existe conflicto declarado; pero el problema de fondo subsiste. La Universidad Católica Argentina (este nombre pomposo oculta una realidad múltiple que no tiene nada de específicamente católico) es elegida por muchos porque la consideran mejor, o más tranquila. La Universidad Nacional, abierta a todos, alberga enclaves en los que el marxismo hizo desastres en los años 70; de allí salieron organizaciones terroristas, como los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

La Iglesia incluye la educación en su mensaje evangelizador. El mandato de Jesús, siempre vigente, es hacer que todos los pueblos sean discípulos del Señor. Evangelizar es enseñar, transmitir la integridad de la doctrina cristiana. Por tanto, la Iglesia no puede ceder ese derecho, de cuyo ejercicio depende la presencia y la continuidad de la institución. De hecho, posee cientos de instituciones de enseñanza, especialmente, en Argentina, colegios parroquiales; debe procurar que éstos ofrezcan auténtica enseñanza católica, y a precios accesibles a los pobres. Éste es su servicio.

+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.

Buenos Aires, miércoles 15 de octubre de 2025.
Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia. -
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