Acerca de las bondades que la duda supondría en la vida espiritual del cristiano, Francisco nos ha aleccionado en diversas ocasiones. He aquí una cita ilustrativa de esto, tomada del libro "Siete años con Francisco", que puede descargarse gratuitamente en el siguiente enlace:
Siete años con Francisco - Documento integral« Muchas veces me encuentro en crisis de fe y algunas veces también tuve la desvergüenza de reprochar a Jesús: ‘‘¿Por qué lo permites?’’ Y también dudas: ‘‘Pero, ¿ésta será la verdad o un sueño?’’ Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, como obispo y como Papa. A un cristiano que no haya sentido esto alguna vez, que no haya pasado por una crisis de fe, le falta algo: es un cristiano que se conforma con un poco de mundanidad[1]. »Bergoglio enseña pues, con sus palabras y con su ejemplo, que dudar de las verdades de la fe
es algo bueno y que quienes no lo hacen son « cristianos mundanos ». Menuda blasfemia. Para ser buen cristiano, según él, habría que poner en tela de juicio, por ejemplo, la divinidad o la resurrección de Jesucristo. La « enseñanza » bergogliana contradice absolutamente la de Nuestro Señor, quien recriminó al apóstol Tomás el no haber creído el testimonio de los demás apóstoles acerca de su resurrección:
« Luego dijo a Tomás: ‘‘Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.’’ Entonces Tomás respondió y le dijo: ‘‘¡Señor mío y Dios mío!’’ Jesús le dijo: ‘‘Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que sin ver creyeron.’’ » (Jn. 20, 27-29)
Imaginen a un catequista que diría a sus alumnos que él se la pasa dudando acerca de lo que les enseña y que eso le parece algo no sólo positivo, sino incluso necesario para llegar a ser un buen cristiano. Pues bien, acá tenemos a un supuesto « Papa », doctor supremo de la fe católica, que nos dice a grandes rasgos lo siguiente: « Queridos hermanos, para ser cristianos auténticos, los invito a que duden como yo lo hago, que no he dejado de hacerlo en ninguna de las numerosas etapas de mi vida, y que incluso sigo haciéndolo ahora que soy el Vicario de Cristo. Porque atención, si no lo hicieran, eso significaría que son unos cristianos mezquinos y mundanos, incapaces de avanzar hacia las ‘‘periferias’’ y de practicar la ‘‘cultura del encuentro’’. »
Esto es sencillamente inimaginable. No hay una sola frase en la Sagrada Escritura o en el Magisterio de la Iglesia que pueda ser interpretada como una « invitación a dudar » de la revelación divina. Jamás se encontrará algo de ese tenor en los escritos de los Santos. Supera el entendimiento que Bergoglio se atreva a enunciar tamaño despropósito, y que nadie, absolutamente nadie reaccione, se levante y lo increpe de viva voz, enérgica y valientemente, denunciándolo públicamente como lo que es, un enemigo acérrimo de Dios y de la Iglesia, un corruptor de la fe y un impugnador de la revelación divina.
¿Acaso es necesario tener que recordar que quien desea debilitar nuestra fe es precisamente el demonio, y que toda duda con respecto a ella proviene de él siempre, nunca de Dios? De lo cual puede deducirse con total certeza que las « enseñanzas » de Bergoglio son lisa y llanamente satánicas. No verlo es signo de una profunda debilidad interior, de una fe pusilánime y vacilante, de una escalofriante ceguera espiritual. Y ni hablar de la insinuación perversísima según la cual la revelación divina podría legítimamente ser considerada como un « sueño » [!!!]. Ni tampoco de los « reproches » que este hombre insensato se atreve a hacerle a nuestro adorable Redentor…
[1]
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Al que no tiene crisis de fe, le falta algo-Papa Francisco a jóvenes universitarios