MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA DIECIOCHO (antigua devocion 1863) DIA DIECIOCHO. Rezo del Santo Rosario por los difuntos MEDITACION. Con las santas indulgencias se sufraga á las almas del Purgatorio.Más
MES DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO-DIA DIECIOCHO (antigua devocion 1863)

DIA DIECIOCHO.

Rezo del Santo Rosario por los difuntos

MEDITACION. Con las santas indulgencias se sufraga á las almas del Purgatorio.

PUNTO PRIMERO.

Otro medio eficacísimo, que tuvo su orígen en los tiempos mismos de los Apóstoles para sufragar a las almas del Purgatorio, son las santas indulgencias, con las cuales se perdona la pena temporal debida a los pecados. Los méritos de Jesucristo, de María Santísima y de los Santos forman el precioso tesoro de donde ellas toman su valor; y así como estos méritos son de un precio infinito, así las santas indulgencias pueden concederse sin límite alguno; mas el dispensarlas está reservado á los Pastores de la Iglesia, y especialmente al Sumo Pontífice Romano. Hay indulgencias concedidas a los vivos, las cuales no se ganan sino por quien cumple las obras prescritas; y otras en favor de los difuntos, las cuales pueden serles aplicadas por los vivos. ¡0h cuán benigno ha sido el Señor en multiplicarnos los medios de socorrer al Purgatorio! . . . ..

PUNTO II.

Entre las indulgencias, unas son parciales que perdonan una sola parte, y otras plenarias, que perdonan toda pena temporal que a cada pecado era asignada en los antiguos cánones penitenciales. Por lo cual, si se gana una parcial indulgencia por las almas de los difuntos, se descuenta ordinariamente parte de su deuda; si una plenaria, se borra esta enteramente, y libres de aquella cárcel de fuego, vuelan a gozar de la eterna felicidad de la gloria. ¡Oh! ¿Quién hay entre nosotros que no pueda procurar tanto bien al Purgatorio? Todos tenemos la misión legítima de hacerlo: todos lo podemos si queremos; y cuanto es más generosa la Iglesia en abrirnos sus tesoros a favor de aquellas almas, tanto más inexcusables seremos nosotros si no lo hiciéremos.

PUNTO III.

Mas para ganar las indulgencias dos condiciones se requieren. La primera es la de estar libre de todo pecado mortal al cumplir las obras prescritas, y si alguno no lo estuviere debe purificarse con una buena y santa confesión. Condición que si es indudablemente necesaria para las indulgencias de los vivos, no lo es menos para los difuntos conforme a la más segura y verdadera sentencia de los Doctores. La segunda es la de practicar las referidas obras, las cuales de ordinario consisten en la confesion, comunion y en rezar algunas preces según la voluntad del que las concede. Es de notar que quien suele acercarse cada ocho días al sacramento de la penitencia puede ganar todas las indulgencias concedidas en el curso de la semana, aunque no se confiese cada vez. El método, pues, de las santas indulgencias, no solo es provechoso a las almas del Purgatorio, sino que santifica también las nuestras con el uso de los sacramentos y con la práctica de las virtudes. Sea, pues, empeño nuestro el recoger este doble fruto de un medio tan eficaz de salvación.

ORACION

Cuanto es mas grande ¡oh Señor! vuestra dignacion en proveernos de abundantísimos medios para aliviar a las almas del Purgatorio, tanto mayor debe ser nuestro empeño en valernos de ellos a favor de aquellas infelices que penan, no menos que de nuestras propias almas. Las santas indulgencias son un tesoro inagotable, abierto siempre en beneficio de los vivos y de los difuntos, y tanto,más os complaceis cuanto más se enriquecen de él los fieles. Hé aquí, pues, ¡oh Señor! que nosotros hacemos intención de ganar todas las santas indulgencias concedidas por el ejercicio de esta sagrada devoción, y os prometemos hacer por ganar tambien otras en lo sucesivo para sufragar al Purgatorio, y para nuestro propio aprovechamiento. Pero vos, Señor, prevenidnos, acompañadnos, asistidnos siempre con vuestra gracia en tan devoto empeño, para que no falten en nosotros las disposiciones que para ello se requieren.

EJEMPLO.

Santa María Magdalena de Pazzis había asistido con suma caridad a la muerte de una hermana suya de altísima perfección, a quien las monjas no solo hicieron prontamente los acostumbrados su fragios de la religión, sino que aplicaron también las santas indulgencias que se ganaban aquel dia. Quedaba expuesta todavía la difunta en la iglesia, y desde las rejas la miraba con afectos de ternura y devoción María Magdalena, implorando para ella paz y reposo eterno, cuando vió salir de aquel yerto cadáver el alma de su hermana resplandeciente de viva y hermosa luz, y elevarse hacia el cielo para recibir la corona de la eterna gloria. No pudo la Santa menos de exclamar: Adios, hermana; adios, alma bienaventurada, antes volais vos al cielo que vuestro cuerpo baje al sepulcro. ¡Oh felicidad! ¡Oh gloria! ¡Ah! En los abrazos del divino Esposo acordaos de nosotras que suspiramos en la tierra. Y al decir esto se le apareció su esposo Jesús para consolarla, diciéndole que en virtud de las santas indulgencias aplicadas por aquella alma había sido libertada tan pronto de las penas del Purgatorio y admitida en las mansiones de la gloria. Por lo cual avivose en lo sucesivo de tal modo en aquel monasterio el fervor de ganar toda clase de indulgencias, que se hacía casi escrúpulo de malograr negligentemente alguna.

¿Cómo no se enciende también en nuestros pechos una chispa de aquel santo fervor? Imitemos a aquellas virgenes en tan bello empeño, que no podrá faltar el efecto de librarse las almas del Purgatorio si nosotros no faltáremos en las disposiciones necesarias para ganar dignamente las santas indulgencias. (In vita S. Mariae Magdalenae de Pazzis, núm. 1, cap. xxxx.)

Rezaremos cinco Padrenuestros, Ave Marías y Requiem en memoria de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos , suplicando al Eterno Padre se apiade de sus almas por la sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:

JACULATORIA

Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesus, misericordia.

Padrenuestro, Ave María y Requiem.

SUFRAGIO

In praesenti tempore vestra abundantia illorum inopiam suppleat. (II. Cor. 1, 14.)

Con la riqueza que poseemos de las santas indulgencias debemos socorrer las eXtremas necesidades que aquejan a las almas del Purgatorio, aplicándolas en su sufragio.

Arrebatada en espíritu la beata María de Quito, vió en una gran plaza una mesa llena de oro, de plata, de diamantes, de perlas y de todo género de piedras preciosas, y oyó una voz que clamaba fuertemente: El tesoro está a la disposición de todos; quien quisiere coja y aprovéchese de él. Era este tesoro una imágen del mucho más precioso de las santas indulgencias, expuesto todos los días en la Iglesia a comun beneficio de los fieles. Quien desea, pues, valerse de él para sí ó para los otros, desea ganar las santas indulgencias, y no dejemos de aplicarlas por las almas del Purgatorio a quienes acarrean tanto bien y que con tanta ansia las esperan de nuestra caridad. (In vita B. Mariae de Quito.)

Añadiremos un Padrenuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.

EL PURGATORIO

Hay también un lugar expiatorio

De pena, llanto y de dolor sin tasa,

Indecible penar allí se pasa,

Su nombre no es Infierno, es Purgatorio;

Es sin embargo muy consolatorio

Saber que no es eterno su elemento:

El amor y el dolor mas violento

Aflige al alma justa allí penada

SALMO 129.

De profundis clamavi ad te, Domine:

‘Domine, exaudi vocem meam.

Fiant aures tuæ intendentes

in vocem deprecationis meæ.

Si iniquitates observaveris, Domine:

‘Domine, quis sustinebit?

Quia apud te propitiatio est :

tuam sustinui te, Domine.

Sustinuit anima mea in verbo ejus:

speravit anima mea in Domino.

A custodia matutina usque ad noctem

speret Israel in Domino.

Quia apud Dominum misericordia,

et copiosa apud eum redemptio.

Et ipse redimet Israel

ex omnibus iniquitatibus ejus.

Requiem aeternam dona eis, Domine.

Et lux perpetua luceat eis.

A porta inferi. Erue, Domine, animas eorum.

Requiescant in pace. Amen.

Domine, exaudi orationem meam.

Et clamor meus ad te veniat.


Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto, se dirá:

POR UN SOLO DIFUNTO

Inclina, Domine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericordiam tuam supplices deprecamur, ut animam famuli tui N. N., quam de hoc saeculo migrare jussisti, in pacis ac lucis regione constituas, et Sanctorum tuorum jubeas esse con Sortem

POR UNA SOLA DIFUNTA

Quaesumus, Domine, pro tua pietate miserere animae famulae tuae N. N., et à contagiis morta litatis exutam, in aeternae salvationis partem restitue.

ORACION POR LOS HERMANOS O POR OTROS PARIENTES O BIENHECHORES

Deus, veniæ largitor, et humanæ salutis amator, quæsumus clementiam tuam, ut nostræ congregationis fratres, propinquos et benefactores, qui ex hoc sæculo transierunt, Beata Maria semper Virgine intercedente cum omnibus Sanctis tuis, ad perpetuæ beatitudinis consortium pervenire concedas.

ORACION POR UN SACERDOTE U OBISPO

Deus, qui inter Apostolicos sacerdotes famulos tuos, pontificali, seu sacerdotali, fecisti dignitate vigere: præsta, quæsumus, ut eorum quoque per petuo aggregentur consortio.

POR DOS O MAS DIFUNTOS

Deus, cuiproprium est misereri semper et par cere, propitiare animabus famulorum famularum que tuarum, et omnia eorum peccata dimitte ut mortalitatis vinculis absolutae, transire mereantur ad vitam

ORACION POR EL PADRE Y LA MADRE

Deus, qui nos patrem et matrem honorare præ cepisti, miserere clementèr animabus patris et ma tris meæ, eorum peccata dimitte, meque eos in æternæ claritatis gaudio fac videre. N. B.

Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice patris et matris meæ, se sustituirá parentum nostrorum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el padre, se dirá animæ patris mei, ó nostri; si por la sola madre, animæ matris meæ, ó nostræ.

OREMUS.

Fidelium, Deus omnium Conditor et Redemptor, animabus famulorum famularumque tuarum remissionem cunctorum tribue peccatorum, ut indulgentiam, quam semper optaverunt, piis supplicationibus consequantur. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. Amen.

Requiem aeternam dona eis, Domine. Et lux perpetua luceat …