Comisaria de Francisco acaba de matar otro convento de monjas
Hasta el 2017 el monasterio fue dirigido durante 23 años por la Madre Maria Giuliana Ravagnan. Desde los años 1980s ella luchó para preservar la observancia original de la Orden. El Vaticano la apoyaba.
Las cosas cambiaron con la elección de Francisco. En setiembre del 2016 el obispo de Chioggia, monseñor Andriano Tessarollo emprendió una visita apostólica, diciéndole al final a la Madre que todo estaba bien.
Pero algunos meses después ella recibió un decreto, en el que se la acusaba de ser “autoritaria”. El monasterio fue puesto bajo la autoridad de una comisaria, la Hermana Ivana Assolini. Ella suspendió a la Madre en agosto del 2017, flexibilizó las reglas, redujo la oración y vigiló todos los correos.
Súplicas a Francisco y al prefecto de la Congregación para la Vida Religiosa, el cardenal João Braz de Aviz, no fueron contestadas. Francisco no llamó nunca a las hermanas.
En diciembre del 2017 el Vaticano confirmó la suspensión de Giuliana, acusando al monasterio de tener “demasiadas” imágenes y estatuas de santos, especialmente de San Miguel.
La comisaria comenzó a difamar a la Madre como “loca”, intentando internarla en una clínica de salud mental. La Madre Giuliana fue expulsada del monasterio y liberada de sus votos en febrero del 2018. La siguieron cinco monjas, mientras siete se quedaron, de las cuales han muerto tres desde entonces.
Actualmente, el grupo de la Madre Giuliana vive en una casa privada, como Clarisas Pobres.
El video de febrero del 2018 que está a continuación muestra cómo las seis monjas dejan su monasterio sin equipaje y con ropas laicas Una ambulancia las lleva a una casa privada.
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